¿Del debate de ideas políticas al asesinato cobarde? Las autoridades realizan las pesquisas; observan las cámaras de seguridad. El líder social Alejandro Rodríguez vive bajo amenaza. En el actual periodo, ha sido el crítico más grande del gobierno del alcalde James Padilla, de los concejales actuales de Armenia y de César Augusto Pareja, Toto, a quien ha cuestionado en público en múltiples ocasiones. Ninguno se ha pronunciado a fondo sobre los hechos de sangre del sábado.
Es evidente que hay un manto de duda. Padilla ofreció una recompensa de 20 millones de pesos; pero no ha ahondado en el tema. Por ejemplo, no se ha referido al capítulo cuando en marzo pasado, en el Concejo, uno de los cercanos colaboradores del secretario de Gobierno, Andrés Buitrago, agredió a Rodríguez. Debían protegerlo, no atacarlo: de allí que hoy haya tanta incógnita por despejar.
Sicarios que, según testigos, escaparon en una motocicleta, llegaron hasta la residencia de Rodríguez en el barrio Nuevo Berlín y asesinaron a Óscar David Suárez Marín, su hijo, abogado especialista en derecho administrativo. Debido a sus denuncias, Rodríguez había sido amenazado en meses anteriores, en un ultimátum que incluía a su familia.
Quien haya ordenado este crimen cruzó una delgada línea, pues el hecho, es obvio, terminaría siendo ligado al trabajo del padre del fallecido, un veedor ciudadano, así este no haya sido el móvil; pero si se llega a comprobar que lo fue, hay que decirlo, una cosa es el debate de ideas y una muy distinta, la confrontación armada, a traición. Alejandro Rodríguez entra al ruedo con documentos, con palabras; dice lo que piensa, pero no le paga a ningún sicario para que elimine a quien es su adversario en el debate.
No lo haría; en su maletín no lleva armas, lleva resmas de papeles. Grita en los debates, interviene, muestra las fotos de sus rivales, pero no les dicta sentencia de muerte, porque cree en la ley. Fue uno de los ciudadanos que intervino en el proceso que recientemente condujo a que se declarara nula la elección del gerente de EPQ por parte del Tribunal Administrativo del Quindío, lo que el gerente apeló; y ha seguido de cerca las denuncias de corrupción en CRQ realizadas por el abogado Felipe Urrea, a quien dice que hay que proteger.
Hace un tiempo le pregunté por qué hace lo que hace y me contestó: “porque me gusta”, sin negar que a veces el miedo le susurraba al oído en la oscuridad de la noche. ¿Pero qué miedo puedes sentir ahora, cuando ya no tiene nada que perder? Cuando me enteré de la triste noticia, lo llamé y, con la voz quebrada por las lágrimas, me dijo que seguiría con su lucha “hasta las últimas consecuencias”.
Quisiera que todos se pronunciaran; sería lo más lógico, pues el silencio es cómplice y el que calla otorga. ¿Ya el debate se fue para otro lado, para el todo vale, donde los sicarios imponen su ley y luego bailan, comen y les dan la bendición a sus hijos, porque piensan que no hicieron nada salido de lo normal, solo hicieron su trabajo y su trabajo es matar?
Pues el trabajo de Alejandro Rodríguez es denunciar y el de un gobernante debería ser buscar lo mejor para su tierra; por ejemplo, garantizar seguridad. Ya hay un manto de duda sobre las personas a las que Alejandro Rodríguez ha denunciado, que lo agredieron en días pasados en el Concejo de Armenia y lo acusaron sin pruebas de maltratar a unas funcionarias de la Alcaldía.
¿Asesinato político?, si quien o quienes ordenaron asesinar al hijo del veedor Alejandro Rodríguez lo hicieron para herir su corazón, evidentemente lo lograron. El hecho se da en pleno debate de los criticados empréstitos y la privatización de Setta, que, en una sociedad sensata, deberían ser desechados, porque no hay proyecto en el mundo que valga más que una vida, y estos proyectos hoy están manchados por la duda, pues son muchos los interrogantes que deben ser resueltos.
Secretario de Gobierno de Armenia, Andrés Buitrago; secretaria del Interior del Quindío, Juana Camila Gómez, serán las autoridades las que investiguen los móviles de este crimen y determinen si tiene relación directa con la labor desarrollada por el señor Rodríguez o fue otro el motivo. Autoridades, despierten, aquí parece que no hay ley.
Cuando hablé con Alejandro, supe que le habían arrancado la mitad de su alma, pero dejaron viva la mitad más feroz, la que sigue luchando con más fuerza que nunca. Somos seres efímeros, habitamos este mundo apenas un parpadeo, en promedio 29.200 días, y ya eso es mucho. Por el momento, solo puedo decir paz en la tumba de Óscar David, que vivió al máximo sus 11.000 días, y emular al periodista César Augusto Londoño cuando asesinaron a Jaime Garzón, levantar mi mano derecha y golpear el escritorio mientras digo: “y hasta aquí las noticias, ciudad de mierda”; porque Armenia es bella, pero tiene rincones demasiado oscuros.
Opinión por Finito
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