Fernando Augusto Paneso nació en Samaná, Caldas, en 1962, pero su corazón siempre ha latido al ritmo del Quindío, departamento al que llegó siendo un niño y que se convirtió en su hogar. Su historia, que hoy sale a la luz como un testimonio de una época oscura y convulsa en Colombia, es la de un hombre que, más allá de su título de licenciado en Educación, decidió seguir su pasión por el deporte, específicamente por el fútbol.
En la década de los 90, cuando el fútbol colombiano estaba en su apogeo, pero también enredado en las telarañas del narcotráfico, Paneso se convirtió en árbitro profesional. Era una época en la que los equipos de fútbol, muchos de ellos financiados por carteles, competían no solo por el título, sino por el poder y el control. En medio de ese torbellino, Paneso, con el silbato en la boca y la camiseta de árbitro, se abrió camino en uno de los escenarios más peligrosos del deporte.
Paneso representó a Colombia ante la FIFA como árbitro internacional durante 14 años, desde 1993 hasta 2006. En ese tiempo, dirigió más de 100 partidos internacionales y más de 350 a nivel nacional. Cada encuentro era un reto, no solo por la responsabilidad de hacer justicia en el campo de juego, sino por las posibles amenazas y presiones que podrían llegar desde los lugares más insospechados. Sin embargo, su integridad y su amor por el deporte lo mantuvieron firme, convirtiéndolo en un símbolo de honorabilidad en una época marcada por la corrupción y el miedo.
Recientemente, Paneso decidió compartir su historia, una narración que recoge sus vivencias en el arbitraje durante esos años turbulentos. Junto con su amigo y coautor, Felipe Valderrama, Paneso construyó una obra que más que un libro, es una ventana al pasado. “La historia de mi vida, la historia de una persona que representa al departamento del Quindío con toda la pujanza y honorabilidad”, narró Paneso con orgullo.
El libro, publicado por la editorial Planeta bajo la dirección de Diego Garzón, lleva un título que refleja la realidad de aquellos días: La Historia de un árbitro en medio de las mafias. En sus páginas, Paneso relata cómo fue ser árbitro en un torneo tan apasionado y peligroso como el fútbol profesional colombiano de los 90 y principios del 2000.
A lo largo de la obra, Paneso narra con detalle su aparición en el mundo del arbitraje en 1991, hasta su retiro en 2007. Sus anécdotas van más allá del campo de juego, ofreciendo una visión interna de lo que fue ser un árbitro en un país donde el fútbol estaba íntimamente ligado con el poder y el crimen.
La historia de Fernando Augusto Paneso es un recordatorio de una época en la que el deporte más querido de Colombia estuvo en las manos equivocadas, y de cómo, a pesar de todo, hubo quienes, como él, se mantuvieron firmes en sus principios, llevando con honor la camiseta de árbitro y el nombre de su país en cada silbato.