lunes, octubre 7, 2024

Cuando de manjares se trata, las «empanaditas» de Circasia

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Por Roberto Restrepo Ramírez.

 

En la década de los 90 del siglo XX, cuando el recorrido por los pueblos del Quindío se hacía con tranquilidad y en silencio – viajando en transporte tradicional del jeep Willis – degustábamos las delicias caseras, los dulces de las abuelas, las fritangas y los tamales sabrosos.

Encontrábamos esos manjares en las fondas del camino, en la tienda de la esquina del pueblo montañero, en la feria ganadera, en la plaza de mercado o en el bazar comunitario que las damas voluntarias establecían en las plazas principales, con el fin de recaudar los fondos que se destinaban para causas humanitarias o para el embellecimiento del templo parroquial.

Siempre hallábamos –  dentro de las viandas, fritas o golosinas – las legendarias empanadas. Estos preparados de masa de maíz, rellenos de carne, guiso, papa y hasta verduras, son de todos los tamaños. Sus formas externas toman una especie de semicircunferencia o media luna, abultadas y rellenas.

Las empanadas son caseras, comerciales y de “beneficio”. Las primeras son las más deliciosas, porque son fabricadas con amor. Las segundas son las más populares y sobre ellas se aplican cantidad de historias, basadas sobre todo en la ausencia de la proteína de su interior. Por eso algunos las llaman empanadas del Vaticano, » porque son de papa».

Las de «beneficio» eran – son todavía – las que se realizaban en convites comunitarios, para conseguir los recursos que se reinvierten en brigadas nobles.

También están las patrimoniales. Como las que encontré de nuevo en el municipio Libre del Quindío. Caminando por la calle séptima, entre carreras octava y novena, encontré de nuevo las «empanaditas» de Circasia. Hace más de veinte años no las veía. El reencuentro con estas diminutas delicias, en un pequeño negocio llamado «La Rikura», me trajo otra vez los mejores recuerdos. Son apropiadas como pasabocas, pero también sirven para bromear con ellas, llevándolas poco a poco, de un solo bocado. Así saben mejor y sus formas diminutas son estéticamente bellas.

Ahora podemos afirmar que ellas, en un plato hondo, sobre la mesa de comensal, son las reinas de la culinaria tradicional de Circasia.

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