Reconocer los errores: German Antonio Roa Cabrera, Especialista en gestión humana organizacional, consultor en Mindfulness y terapia transpersonal.
Una de las cosas que más dicen del nivel de madurez y crecimiento personal es aprender a reconocer que nos hemos equivocado, que hemos cometido un error a pesar de las consecuencias que eso represente.
Sin embargo es una de las cosas que menos encontramos en nuestro día a día, por el contrario son muchos los casos en que ante un error o equivocación las personas buscan desesperadamente salir “ilesas” de culpa, llegando incluso a tratar de asignarle dicho error a otra persona aun sabiendo que no es así.
En el mundo corporativo por ejemplo, el esquema de comunicación se desborda en correos electrónicos informando al mayor detalle y al mayor número de personas posibles cualquier acción o decisión que se adelanta en el ejercicio de la labor a cargo, pero detrás de esto mas que el deseo de informar o dar por enterado a otros, lo que se busca es una especie de “blindaje” ante cualquier equivocación de tal manera que quien emite el correo pueda tener la posibilidad de decir que otros también sabían y que por tanto no es su error o en todo caso si lo asume pueda alegar que no es solo suyo o llegado el caso pueda incluso con cierta habilidad endilgárselo a otro.
¿Porqué es tan difícil aceptar que nos equivocamos?. En principio puede creerse que es el temor a las consecuencias las cuales sin duda pueden ser representativas según el error que se haya cometido.
No obstante existen otras razones que el medio en que nos desenvolvemos y la sociedad se han encargado de inculcarnos casi de manera inconsciente.
El modelo de persona exitosa por ejemplo, aquella que todo lo puede, que todo lo alcanza, aquella para las que las palabras “renuncia” o “cansancio” no están permitidas porque eso significa darle una oportunidad al fracaso.
Ese modelo de ser productivo 24/7 porque entre más se “hace” más se “logra” y por tanto más posibilidades hay de encajar en ese modelo de persona de éxito.
Además eso viene de la mano de la imagen que proyectamos, todavía muchos creen en esa imagen de modelo de “súper persona”, que es casi perfecta, que todo lo hace bien, que tiene los mejores resultados, que es un referente en su oficio y por tanto reconocer que se ha equivocado en algún momento no le hace nada bien a esa imagen que es el alimento preferido del ego y ese sí que no perdona.
Ahora bien, no se trata entonces de ir por la vida saltando de equivocación en equivocación o en modo ensayo-error.
De lo que se trata es de comprender que somos seres humanos en constante desarrollo y que a pesar de que hagamos nuestro mejor esfuerzo por controlar todas las variables que consideremos importantes en cualquier acción que emprendamos, siempre habrán elementos que escapan a nuestro control y que nos van a dejar expuestos a cierto margen de error por mínimo que sea.
“Errare Humanum Est”, errar es de humanos frase adjudicada a San Agustín y desarrollada más tarde por Cicerón en el Siglo I A.C nos invita a abrirle la puerta a esta posibilidad.
La historia puede mostrarnos muchos casos de personas que incurrieron no solo en una sino en varias equivocaciones (fracasos lo llaman algunos) antes de lograr eso por lo cual hoy son reconocidos: Winston Churchill, Walt Disney, J.K. Rowling son solo algunos ejemplos.
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Dice mucho mas de nuestra calidad como personas, aceptar nuestras equivocaciones desde la humildad y la oportunidad de aprendizaje que perdernos en excusas y “patadas de ahogado” tratando de liberarnos de nuestra responsabilidad.
Les dejo la invitación para que nos permitamos darle la vuelta a nuestros errores o equivocaciones y procuremos asumirlos desde la oportunidad y no desde el señalamiento o la pena. ¡Los abrazo!