Uno de ellos lo tenía un concejal en su casa y otro fue hecho con casquillo de las balas.
Noticias Cali.
Cali, la ‘Sucursal del Cielo’, está llena de monumentos que han sido parte del paisaje urbano durante décadas, algunos de los cuales son desconocidos para muchos en cuanto a su verdadero significado y origen.
Estos monumentos, a pesar de ser testigos de la historia de la ciudad, suelen pasar desapercibidos en la cotidianidad de sus habitantes.
Hoy exploraremos la historia de cinco de estas esculturas, que no solo embellecen la ciudad, sino que también guardan en sus piedras y metales relatos que conectan con el pasado y la identidad caleña.
Ubicado en la carrera 1a con calle 44, este monumento fue erigido en 1972 en homenaje póstumo a Benito Juárez, expresidente mexicano y defensor de la unión de los pueblos de Centro y Suramérica.
La obra, donada por el Gobierno mexicano tras los Juegos Panamericanos de 1971, simboliza la lucha por la integración del continente, reflejada en la emblemática Avenida Panamericana, hoy conocida como la carrera Primera.
En su pedestal de piedra, se puede leer la célebre frase de Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”, un mensaje que ha perdurado a través de los años.
Con su vibrante peso de 1,700 kilos, esta escultura de bronce se ha convertido en un símbolo de la herencia afrocolombiana y del sabor del Pacífico.
La obra fue esculpida por la artista caleña Alicia Tafur y es un tributo a las mujeres que, como la legendaria vendedora de chontaduros, han dejado su huella en la ciudad.
El monumento fue donado a Cali en los años 90 por el Club San Fernando como un regalo por su 50º aniversario.
Para conseguir el material de su construcción, el ejército donó 900 kilos de casquillo de las balas de los polígonos y el Comité Juvenil consiguió otros implementos en bronce para ser fundidos.
Actualmente, se encuentra en el Hotel Dann Carlton, aunque muchos recuerdan cuando adornaba las instalaciones del club.
Esta peculiar escultura, esculpida en ferroconcreto por José Ricardo Pinto en 1981, representa a una joven mujer indígena y su fiel perro.
Ubicada en el sur de la ciudad, la obra ha sido testigo del desarrollo urbano de Cali.
Con una altura de 4.77 metros, esta escultura captura un momento cotidiano en la vida de la india Helena mientras pasea con su perro, un cuadro simple pero lleno de historia y de una estética que ha sido olvidada con el paso del tiempo.
Construido en 1926 por el escultor Juan Fisher, esta escultura es uno de los monumentos más antiguos y curiosos de Cali. Originalmente ubicada en la azotea de la casa de su comisionado, el concejal Juan Quintero, la Cuadriga Romana representa un carruaje de combate tirado por caballos.
Tras la muerte de Quintero, sus hijos cumplieron su deseo de donar el monumento a la ciudad, y desde 1990, la obra se encuentra en la Avenida Colombia, donde sigue siendo un enigmático testimonio del progreso y la historia caleña.
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