jueves, septiembre 19, 2024

«Da miedo caminar por aquí»: el misterioso pueblo donde la mayoría de sus habitantes son muñecos

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Llama la atención sus calles y casas, que están bien conservadas.

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La aldea de Nagoro, situada en Japón, se ha convertido en uno de los lugares más enigmáticos y tenebrosos de ese país. Este pequeño pueblo, enclavado en el valle de Iya y a solo 10 kilómetros de la imponente montaña Tsurugi, es conocido por tener más muñecos que habitantes.

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El acceso es complicado, con caminos estrechos en medio de las montañas, pero su historia y su singularidad atraen la atención de muchos.

Hace casi un siglo, Nagoro era una aldea con una comunidad activa y llena de vida. Sin embargo, la falta de oportunidades laborales provocó un éxodo masivo, dejando al pueblo prácticamente desolado.

¿Cómo se originó?

La transformación del lugar en una comunidad de muñecos comenzó cuando Ayano Tsukimi, una residente que había emigrado en su juventud, regresó en 2002 para cuidar de su padre. La situación desoladora de su antiguo hogar la motivó a hacer algo al respecto.

En 2003, Ayano Tsukimi inició un proyecto que comenzó con la plantación de semillas que, desafortunadamente, nunca germinaron. Decidida a darle vida a su pueblo, Tsukimi comenzó a crear espantapájaros para la agricultura. Lo que empezó como una medida práctica para proteger los cultivos se transformó en una compañía. Tsukimi comenzó a fabricar muñecos a partir de palos de madera y papel de diario, dándoles vida con lana para el cabello y vistiéndolos con ropa que reflejaba su rol en la comunidad o, a veces, la vestimenta original de las personas que habían dejado el lugar.

Curiosidad atrae a turistas

Los muñecos de Nagoro no solo sirven como espantapájaros, sino que han llegado a representar a los antiguos residentes del pueblo, creando una especie de comunidad en miniatura que refleja la vida de antes. Cada muñeco tiene una historia y un propósito, y están situados estratégicamente en diferentes partes del pueblo, desde las casas hasta los campos, lo que les da un aire de presencia constante y añoranza.

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El objetivo de la creadora de los muñecos es poner a Nagoro en el mapa, darle vida al pueblo y atraer turistas, a pesar de que la mayoría de su población sea inanimada. Su esfuerzo ha convertido a Nagoro en un destino único para quienes buscan explorar la mezcla de nostalgia y creatividad que define este lugar singular.

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