En el marco de los días mundiales de la Alimentación y de la Mujer Rural se realizó el encuentro territorial para una alimentación sustentable para visibilizar la situación de inseguridad alimentaria moderada y severa que afecta al 33% de los hogares en Nariño.
Situación que implica la falta de acceso a productos adecuados en cantidad y calidad para satisfacer las necesidades nutricionales básicas de las familias.
Marcela Olaya, líder de la dimensión de Seguridad Alimentaria y Nutricional del Instituto Departamental de Salud de Nariño, destacó la importancia de desarrollar políticas públicas que garanticen el derecho humano a la alimentación.
«Cada municipio debe contar con un plan de seguridad alimentaria que articule acciones concretas para reducir esta problemática, asegurando que la población tenga acceso a alimentos adecuados y suficientes», señaló la funcionaria.
Además, enfatizó la necesidad de integrar la soberanía alimentaria en los procesos de desarrollo local, con especial énfasis en la producción agroecológica y el fortalecimiento de los sistemas de mercados locales.
Actualmente, el departamento enfrenta una serie de desafíos estructurales que afectan directamente la seguridad alimentaria, como los efectos del cambio climático en sequías e inundaciones, que impactan de manera significativa la producción agrícola, poniendo en riesgo la disponibilidad de alimentos.
Así lo indicó Alejandra Álvarez, coordinadora del proyecto Territorio, Comida y Vida nodo Nariño, “trabajamos en las zonas sur, frontera y pacífica del departamento para acompañar a las comunidades en la construcción de un sistema alimentario más sostenible, además, buscamos fortalecer las iniciativas de las comunidades indígenas y campesinas en áreas como la producción agroecológica, el turismo sostenible y el emprendimiento de las mujeres rurales para garantizar la soberanía alimentaria, mejorando la producción local y el acceso a mercados justos».
El trabajo interinstitucional y la colaboración con las comunidades son esenciales para garantizar que todos los habitantes de la región tengan acceso a alimentos adecuados y suficientes, contribuyendo así a la prevención de la desnutrición y al fortalecimiento de la resiliencia territorial frente a los diversos desafíos sociales, económicos y ambientales.