Desde la Gobernación de Risaralda se ha desplegado el apoyo institucional para atender la emergencia.
Elaboración de censo, adecuación de albergues, entrega de ayudas, evaluación técnica, todo ha sido dispuesto para superar la calamidad.
En medios locales, nacionales, en redes sociales y cadenas de whatsapp, ruedan imágenes y vídeos de la tragedia que viven casi 20.000 residentes de La Virginia, tras el desbordamiento del río Risaralda que afectó alrededor de 18 barrios, entre ellos Expansión Norte, El Progreso, Tangarife, San Carlos, Alfonso López y El Prado.
Pero una cosa es verlo a través de las redes o pantallas y otra muy distinta es estar en el lugar y dimensionar, e incluso sentir el olor a barro y percibir esa sensación de tristeza revuelta con optimismo y agradecimiento a Dios, porque afortunadamente no hubo pérdidas humanas, a pesar que el 50% del municipio sufrió la implacable acción de la naturaleza, que hoy tiene a muchos solo con la ropa que llevaban puesta.
Y mucho más impactante es escuchar cada narración, cada testimonio, de quienes tuvieron que soportar con sus cuerpos la fuerza arrasadora del agua, para salvaguardar a sus familias y viendo impotentes como la corriente acabó con todos aquellos bienes, que durante años de esfuerzo y trabajo, consiguieron para su hogar.
Esa imagen de angustia es la que ha podido corroborar el Gobernador Victor Manuel Tamayo, quien, desde el primer momento del suceso, junto a su equipo, la primera dama Nathalia Sierra Ramírez, organismos de socorro, Policía, Ejército, ha desplazado toda la institucionalidad para brindar el apoyo y el respaldo a quienes hoy claman la solidaridad de todo el departamento.
La temperatura promedio de 28 grados de La Virginia ya ha secado las calles enlodadas, donde se ven apiladas todo tipo de cosas, camas, coches, juguetes, ropa, ollas, estufas, zapatos, colchones, televisores, todos esos elementos que cada familia consigue con esfuerzo para ir acondicionando su hogar, quedaron reducidos a escombros.
Los testimonios están en cada esquina, niños, mujeres, abuelos, padres y jóvenes, que hoy apelan a la buena voluntad y la solidaridad de todos los risaraldenses, pues no hay apoyo pequeño, todo es bien recibido, para quienes hoy deben empezar de cero.
Las protagonistas de la emergencia
Jhon Fredy Marín González, un guarda de seguridad que vive con su esposa y su pequeño de 8 años en el barrio Expansión Norte, cuenta visiblemente afectado como fue el momento vivido, pero a la vez muestra la fortaleza y optimismo y el interés de voltear la página, para escribir una nueva historia para su familia y los virginianos.
“Fue algo impresionante, la verdad es que esto no dio tiempo de nada, la situación se presentó en un momento que nadie lo esperaba, fue cuestión de 5 minutos máximo para poder rescatar lo poco que nosotros teníamos y los nervios también lo cogen a uno y le juegan una mala pasada, uno no sabe uno qué montar primero, qué hacer, entonces es muy complicado, pero gracias a Dios lo poco o mucho que se rescató, todo eso es ganancia en la vida, y ahí se puede ver, la situación no es fácil, son momentos que le dan a uno mucha tristeza, porque son las cosas que uno se consigue con mucho sacrificio, pero hay que darle gracias a Dios porque estamos vivos y sanos”.
Destacó Jhon Fredy que lo que pasó también dejó ver la solidaridad entre vecinos, la empresa para la que trabaja que también llegó a apoyarlos en la situación y el Gobernador Victor Manuel Tamayo, que ha estado para atender la emergencia y aportar para solventar las necesidades básicas.
“Entre los mismos vecinos nos hemos apoyado, la empresa para la que trabajo también y aquí ya con la presencia de la Gobernación, entonces en estos momentos difíciles gracias a Dios, no hemos estado solos”.
Por último, Jhon Fredy realizó la invitación para que los risaraldenses hagan sus donaciones para atender la población afectada.
“Yo hago una invitación para que se acuerden de nosotros los del municipio de La Virginia, porque la verdad hay personas que solo están con la ropa que tienen puesta, ya que el agua prácticamente les llegó hasta el techo”.
Lina Marcela Ospina, una habitante del barrio Tangarife 1, vive una doble calamidad, puesto que al momento de la emergencia que la dejó a ella y su familia sin nada, asimilaba el dolor de haber enterrado a su abuela el día anterior.
“Yo vivo con mi madre una adulta mayor y mi hijo menor de 10 años, la situación fue muy crítica para nosotros porque en ningún momento pensamos que iba a presentarse, que fue algo como una creciente súbita, cuando nos dimos cuenta que el agua salía por la parte de atrás, también ya estaba toda adentro, en 15 minutos más o menos teníamos el agua a la cintura y a eso de las 10 de la mañana, la teníamos en el cuello, no pudimos sacar absolutamente nada, perdimos todo lo que teníamos, solo quedamos con la ropa y así nos tocó salirnos por el miedo a ahogarnos, hasta el momento la única ayuda que hemos recibido es la que nos está brindando la Gobernación”.
Así mismo hizo un llamado para que los ciudadanos se sumen a la Donatón “Todos por La Virginia”, diciendo “a toda la comunidad de Risaralda y municipios y departamentos aledaños, en lo que nos puedan colaborar con víveres, colchonetas, ropa, alimentos no perecederos, porque somos más de 4.000 familias damnificadas que nos quedamos sin nada”.