Cinco para escoger
Ayer y hoy al compás del tango
Por Darío Tobón Montoya
Carlos Gardel es el inigualable, el inconmensurable, el Zeus en el olimpo de los mayores cantantes. Por ello se descarta para esta crónica.
FLOREAL RUIZ, “El Tata”
Nació en 1916 y murió en 1978. Varios críticos lo han señalado como “el mejor cantor de orquesta de la historia del tango”. Otros han dicho que el más importante es Héctor Mauré. Para tomar una posición equidistante, hablaré de los 2 y oirán ustedes sus grandes interpretaciones. La primera grabación que hace Floreal en 1943 es el tango Marioneta de Gichandout y Tagini con la orquesta de Alfredo de Angelis. Cuando se traslada a la orquesta de Aníbal Troilo en 1944, la inicial grabación que realiza es ese mismo tango. Al salir de la orquesta de Pichuco, entre los años de 1949 al 56 es el cantante de la orquesta de Francisco Rotundo para continuar con José Basso, ya con acento más ronco. Con la orquesta de Osvaldo Requena hace sus últimas grabaciones.
Eran los Ruiz una familia de nombres curiosos. Hermanos de Floreal se llamaron Fraternidad y Libertario. La razón: su padre era un anarquista bondadoso.
De voz poderosa y flexible. Compuso los tangos Mundana, Sedas y Una copa más.
Aquí, el tango Marioneta en la voz de Floreal Ruiz con la orquesta de Alfredo De Ángelis:
Héctor Mauré
HECTOR MAURÉ
Nació en 1920 y falleció en 1976. Fue boxeador en su juventud. En el concurso Puloil del año de 1938, fue distinguido como revelación entre las nuevas voces. Juan D´Arienzo lo tuvo en su orquesta entre 1940 y 1945, para continuar como solista con orquestas dirigidas por Jorge Dragone Lito Scarzo y Leopoldo Federico. En el año 1958 viaja a París. Sigue con el bandoneonista Pascual Elía y el pianista Jorge Dragone. De cuerpo voluminoso, tenía apariencia triste. Su voz, que seguimos admirando, es expresiva, caudalosa y clara como la de Gardel. Curiosamente, a pesar de su calidad vocal ya retirado de las orquestas, los sellos disqueros le cerraron las puertas. Y como ocurrió con Alfredo Gobbi (h), pero sin vida bohemia, se enclaustró a cantar en cantinas. Para muchos comentaristas e historiadores es el mejor cantante de tango orquestal.
Aquí, Héctor Mauré con el tango Los mareados: https://youtu.be/r85CPnOUubs
Así completamos las notas de 2 cantantes considerados muy grandes. Seguiremos con 2 de los actuales que en otras crónicas ya hablamos: Roberto Goyeneche y Edmundo Rivero, también considerados inmensos vocalistas y un quinto sorpresa.
ROBERTO GOYENECHE
Esa voz única, que todo el mundo musical ha admirado, fue el resultado de un proceso largo y dispendioso en el que la tenacidad y la voluntad del cantor se impusieron. Por ello se puede decir que el Goyeneche que admiramos no es el de sus primeras grabaciones, por ejemplo, las que hizo con Troilo. Se inició, después de sobresalir en un concurso de nuevas voces en 1944, en la orquesta de Raúl Kaplún alternando su oficio de cantor con el de conductor de colectivos. El representante de Horacio Salgán, quien buscaba un cantante, lo escuchó en su segunda ocupación. En el conjunto de Salgán permanece hasta 1955, realizando unas pocas grabaciones. Pasa a la orquesta de Troilo de la que sale en 1964, por imperiosa solicitud de El Gordo, que ya lo quería ver de solista. Tras de ese inmenso espaldarazo, aun no era el Goyeneche de nuestros amores, a pesar de las grandes grabaciones que realizó con Pichuco, como Bandoneón Arrabalero, Barrio Pobre, Tinta Roja y La ultima curda. En esa época era uno más de la cantidad de cantantes. Pero en 1968 apareció cantando en un LP tangos como Fuimos, Mimí Pinsón y Malena. Ese fue el campanazo de que había nacido la voz única. Un columnista muy reconocido, Hipólito V. Paz escribió un articulo que tituló: “Goyeneche la mejor voz del tango” en el que lo alababa. En ese artículo, Paz incluyó las palabras del Polaco: “Yo siempre canté así y ahora, que estoy reventado (caído, en el suelo) me viene el laburo”. Es decir, había tocado las fibras más sensibles de sus oyentes. En ese año aprendió a cantar con los silencios. Y como dijo Cacho Castaña en su elegiaco tango Garganta con arena a cantar con “el punto y coma”, es decir, cada palabra la pronunciaba como si ella fuera toda la letra.
Por la época de la filmación de la película Sur, de “Pino” Solanas en 1988, ya había comenzado su declinación vocal. Pero a los oyentes no les importaban sus dificultades. Se trataba de El Polaco y ello era lo que contaba. Era “la garganta con arena”.
Aquí, Roberto Goyeneche, El polaco, en vivo con la interpretación del tango Volvió una noche:
Edmundo Rivero
EDMUNDO LEONEL RIVERO
Su nombre tenía el Leonel en homenaje a su bisabuelo inglés, Lionel Walton, muerto a lanzazos por indígenas en la construcción en el siglo XIX del ferrocarril de La Pampa. Su padre heredó el oficio ferroviario.
Edmundo a edad temprana inició el sobresaliente dominio que tuvo de la guitarra. Interpretándola en boliches y peringundines entró en contacto con el lunfardo, que lo llevó a ser uno de sus mayores conocedores y en académico de esa jerga. En un histórico caserón de San Telmo, fundó el más famoso establecimiento tanguero porteño, El Viejo Almacén. Al cantar allí “parecía el oficiante de una ceremonia sacra”.
Se inició cantando en las orquestas de los hermanos José y Julio de Caro. En 1944 es invitado por Salgán a cantar en su orquesta, oficio que efectuó por 3 años, sin lograr, director y cantante la favorabilidad del público ni la aceptación de los estudios de grabación. En 1947 lo acoge Troilo y ahí alcanza toda la gloria que merecía y con él hace su primera grabación: un disco sencillo con Yira Yira y El milagro.
Con la voz de bajo, inusual en el tango, abre una inédita brecha: “Rivero canta sin imitar como si el tango hubiese nacido con él”. Pero su voz posee también un acento romántico y enternecedor. Tuvo afinidad por la milonga, pero no la urbana, la culta de Piana y Manzi, sino la milonga campera, anónima, llena de picardía y dulce melodía.
Aquí, el audio de Mi noche triste, interpretado por Edmundo Rivero con Aníbal Troilo y su orquesta.
Ariel Ardit
ARIEL ARDIT
En el año 2016 era considerado el más reconocido cantante masculino de tango en Argentina. Viene el interrogante: ello por ignorancia de la existencia de Martín Alvarado, o por disentir del concepto que yo expresé sobre la calidad de este cantante. En mi opinión, Ardit es muy buen vocalista en el rango de las voces asimiladas a la de los cantores clásicos de los años 40. Martín Alvarado, de voz totalmente personal, crea dificultades cuando se oye por primera vez. Hay que escucharlo de modo continuo para tomarle el sabor.
Ardit nació en Córdoba el 15 de mayo de 1974. Comenzó a cantar tangos de 14 años. Entre 1999 y 2005, fue el principal cantor de la orquesta El Arranque, con la que graba 4 CD. En el año 2010 con su orquesta típica graba el Cd-DVD “A los cantores” su mejor disco. En casete oye a Gardel y se fascina con su voz. Dice que los jóvenes de los años 70 y 80 no oyeron tangos. Descubre a Rubén Juárez, quien junto con Gardel son sus referentes musicales. Ha realizado muchas giras por Europa, Asia y América. En la primera década de este siglo estuvo en Medellín. Allí acompañado por la orquesta sinfónica de esa ciudad, graba el Cd “Gardel Sinfónico”. En Argentina ha cantado con la Selección Nacional de Tango, el Sexteto Mayor y otras orquestas. “La intimidad con la que canta el tango vuelve sutil y mágico el ambiente”.
Aquí, un video de Ariel Ardit, en vivo, con el tango Esta noche de luna: https://youtu.be/ESFyfXOKi0w
Armenia, septiembre 16 de 2022