La Iglesia de San Antonio, ubicada en uno de los barrios más emblemáticos de Cali, es un verdadero símbolo de la ciudad. Con 277 años de historia, esta iglesia no solo es un patrimonio cultural de incalculable valor, sino también un lugar de profunda conexión con las tradiciones y la vida cotidiana de los caleños.
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Hoy en día, la Iglesia de San Antonio sigue siendo un referente en Cali, no solo por su antigüedad, sino por el vibrante legado de tradiciones y cultura que guarda. A través de los años, ha resistido el paso del tiempo y las presiones externas, como la venta de sus terrenos, para mantenerse como un símbolo de la fe, la historia y el espíritu de los caleños.
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La historia de la Iglesia de San Antonio comienza mucho antes de que se levantara el edificio que hoy conocemos. Desde 1613, los habitantes de Cali ya mostraban su devoción hacia San Antonio de Padua, un santo franciscano, al formar una cofradía en su honor.
Durante más de 80 años, los feligreses se reunían en la capilla de San Pedro, en la Plaza de Caicedo, debido a la ausencia de una iglesia propia.
El gran impulso para la construcción de la iglesia llegó gracias a Juan Francisco Garcés Aguilar, quien en su testamento donó terrenos en lo que entonces se conocía como la Colina del Cabullal, con la condición de que en ese lugar se levantara una iglesia en honor a San Antonio. Así, bajo la administración del párroco José Alegría y Caicedo, se inició la construcción de lo que sería la Iglesia de San Antonio, tal como la vemos hoy.
Los Quingos: una curiosidad arquitectónica
En la zona de la iglesia, uno de los elementos más representativos son las murallas de piedra que rodean la colina. Estas murallas, conocidas como los “Quingos”, fueron construidas para facilitar el acceso a la iglesia a través de unas escaleras que serpenteaban por la colina en zig-zag. El nombre “Quingos” proviene del término quechua que significa «rodear». Inicialmente, estos muros servían de contención para las escaleras, pero con el tiempo se extendieron alrededor de toda la colina, convirtiéndose en una de las características más distintivas del paisaje de San Antonio.
3. La venta de la colina y la salvación de la iglesia
Un hecho que marcó la historia de la iglesia ocurrió el 1 de enero de 1944, cuando el obispo de Cali, Luis Adriano Díaz, decidió poner a la venta la colina de San Antonio y la iglesia que allí se encontraba. La intención de los compradores era convertir la zona en un área residencial, lo que implicaba la demolición de la iglesia.
Sin embargo, la comunidad caleña reaccionó rápidamente en contra de esta decisión, y tras una fuerte protesta, el municipio compró los terrenos nuevamente, evitando así la desaparición de la iglesia. Este suceso resalta la importancia de la iglesia en la identidad cultural y religiosa de los caleños.
4. Tradiciones y costumbres de San Antonio
La colina de San Antonio ha sido siempre un lugar de encuentro para los caleños, no solo en términos religiosos, sino también en lo social y cultural.
A principios del siglo XX, San Antonio era conocido por ser el escenario de los llamados “corrillos”, grupos de personas que se reunían para debatir y compartir ideas sobre temas históricos y sociales. Uno de los corrillos más famosos era el del “gato negro”, un espacio de tertulias donde se discutían los problemas y la vida del barrio.
Entre las tradiciones religiosas, destacan las celebraciones del Día de Reyes, el 6 de enero, que incluían representaciones teatrales; y el Día de San Antonio de Padua, celebrado el 13 de junio.
Pero quizás la más curiosa de todas las tradiciones es la de las “macetas”. Cada 29 de junio, en el Día de San Pedro y San Pablo, los padrinos regalaban a sus ahijados una maceta de maguey decorada con dulces, en lo que se conoció como “correr la maceta”. Esta tradición, que se celebra en las faldas de la colina, aún es recordada con cariño por los habitantes del barrio.
al medio TuBarco junto a el historiador Ricardo Realpe director de Cali Antiguo, sigue visibilizando historias del Cali del Ayer