La Calle de “El Colorado” tiene un gran significado para todos los habitantes de la ciudad de San Juan de Pasto.
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La Calle de El Colorado ubicada entre calles 12 y 15, es una de las más emblemáticas de la ciudad. A lo largo del tiempo se la ha distinguido con otros nombres como: “La Calle de las Sastrerías», «La Calle Comercial».
La arquitectura es de casas señoriales de dos pisos con balcones de estilo republicano, es de topografía ascendente y descendente.
“El Colorado” aparece como nombre popular otorgado a la calle y al sector.
Hay quienes dice que es por el color rojo de la tierra arcillosa, buena para moldear alfarería, ello constituye una de las fuentes tradicionales sobre su origen.
La otra versión se remite al siglo XIX, después de la invasión de las fuerzas republicanas comandadas por Antonio José de Sucre, el 24 de diciembre de 1822, por la violencia y sangre que se derramó en éste sector de la ciudad.
El nombre oficial de la actual carrera 23, en el sector ubicado entre la calle 15 y el río Pasto, era el de Buenaventura.
Pero éste no aplica, queda solo en los planos de la ciudad y el que adopta la gente del común, es el se difunde.
Sus puntos de referencia para toda la actual carrera 23 como hitos urbanos, son Caracha entre calle 5 y calle 11, y el Parque de Santiago.
Versión histórica
La insurrección de Boves en el sur, provocó un riesgo para el proyecto republicano de la liberación de Pasto y atrajo la reacción de Bolívar.
Según Sergio Elías Ortiz: el Libertador tuvo conocimiento del alzamiento de Boves y las trazas que llevaba de arrollar lo que encontrara a su paso y tan pronto como llegó a esa ciudad, ordenó el alistamiento de dos mil hombres.
Se presupone que el ejército republicano que estaría en la toma de Pasto estaba conformado por más de 2.000 hombres.
Las milicias pastusas no pasarían de 1.500 hombres aproximadamente, de los cuales solo 700 están armados de fusil.
El resto de milicianos tenían machetes y lanzas.
El Batallón de los «Rifles» estaba integrado en su mayoría por extranjeros ingleses, franceses, hasta antillanos.
Por el lado de los milicianos de la resistencia pastusa, están al frente Benito Boves, Eusebio Mejía, Agustín Agualongo en el grado de Teniente Coronel y Estanislao Merchancano.
Desde días atrás había descontento social respecto a la Capitulación que Basilio García había firmado con Bolívar.
El pueblo, el Cabildo y el clero reaccionaron en forma desigual, unos estaban de acuerdo y otros no.
Después de agotar medidas de presión para la rendición: «Sucre, ordena el movimiento precipitado de sus tropas hacia Pasto. Boves y Agualongo habían ordenado el repliegue de sus hombres durante la noche.
La batalla se tornó angustiosa, tomando ventaja el ejército republicano.
En estas difíciles circunstancias, las milicias pastusas adoptan la retirada para salvar sus vidas en situación de desventaja ante el avance enemigo y con el propósito de proteger a la población civil.
Esta quedó vulnerable, indefensa, expuesta ante el ataque republicano que buscaba a los milicianos, puerta a puerta.
Al no encontrar a quien combatir, procedieron a la villanía, al saqueo, al allanamiento, la violación de mujeres, el crimen, el sacrilegio en los templos.
Durante tres días y tres noches “Pasto fue presa de la guerra en nombre de la libertad”.
La toma de Pasto a sangre y fuego por las repúblicas, dejó sus primeras víctimas en Santiago, y en la calle de El Colorado.
La memoria sobre la navidad negra de 1822 en Pasto, es conocida en la historia como “la noche de los rifles” o el “tiempo de los rifles”.
A partir de ésta realidad, Agustín Agualongo y Estanislao Merchancano, toman las riendas de la resistencia pastusa en defensa de sus ideas políticas, de su disenso.
El pueblo, hombres, mujeres y niños, correrán todos los riesgos para emprender la defensa de la ciudad con el valor que les era necesario, era la dignidad más que el honor la que entraría en juego.
Por la sangre que corrió por este sector la bautizaron como «El Colorado”, para eterna memoria.
Por la acequia corrió la sangre de los sacrificados en el templo de Santiago y en el parque del sector.
La calle se convirtió en el epicentro de los primeros allanamientos, violaciones de los domicilios privados y atentados contra el pudor de las mujeres.
Los fantasmas e imaginarios populares
Sus habitantes recuerdan varias leyendas que se traducen en representaciones simbólicas de una población o comunidad imaginada.
De ahí que se cuenta: «Se dice que en casi todas las casas había guacas, y en la cuesta del Barrio a los borrachos los asustaba la mano negra”.
La metáfora del gallo que sigue un trayecto demarcado desde «el arriba» hasta «el abajo», apunta en dos direcciones.
La primera que puede abocar el símbolo de la guerra y la violencia o el dominio del poder político.
La otra, hipotéticamente tendría que ver con el nexo y la relación existente entre la comunidad de religiosos franciscanos y el templo de Santiago, como factor ideológico de gran influencia en la vida de los habitantes del sector.
Decían que en la puerta de la casa de la familia Mosquera, había una ventanilla y cuando pasaban los borrachos los jalaba la «manopeluda».
De noche dicen que escuchaban bajar un carruaje tirado por caballos con jinete capuchino descabezado, que salía de la iglesia hacia acá abajo, hacia la Calle de El Pantano hasta la 17 con 63.
Doña Josefina Chamorro, habitante del Barrio, revela: «En la Calle a medianoche se siente que bajan caballos con jinetes descabezados»
Día de los inocentes
El 28 de diciembre en El Colorado se hacía celebración de los Santos Inocentes.
Con máscaras, disfraces y bailes en la ciudad de San Juan de Pasto, conformó una vieja tradición que venía desde la colonia.
Había la participación de hombres y mujeres; el disfraz cambia los roles por un día y el propio género.
Así se divertían los pastusos de aquellos tiempos.
El juego de inocente en los años 50 del siglo XIX, incluía retos entre distintos grupos, para lanzarse elementos.
Aserrin, ceniza, miel, hollín y barnices, esto para culminar con bebidas fermentadas como el simpático champús.
Las llamadas carceladas o inocentadas y bromas pesadas que hacian los pastusos de la Calle Real, en esas lejanas épocas, eran como para asustar a cualquiera pero todo en el plano del juego y de la hidalgua sureña.
Para la memoria de los habitantes de la Calle de El Colorado, resulta muy significativa la conducta de las hermanas Daste.
«se caracterizaban por su amabilidad y buen humor, sobre todo el 28 de diciembre que hacían infinidad de bromas», cuenta la historia.
Hacían las mejores inocentada esos años, se ofrecía tinto con empanadas rellenas con algodón.
Arcoíris en el asfalto
En 1996, Yury René Rosero Herrera, artista y gestor cultural, partió de considerar «una propuesta alternativa al juego con agua en el 28 de diciembre y en el proceso de seleccionar la Calle para cumplir ese propósito, surgió la Calle de El Colorado”.
Los habitantes y vecinos del sector siempre se involucraron con el período festivo del pre-carnaval.
Con los pases del Niño de Santiago, con las novenas y los aguinaldos, así como la celebración de los Inocentes, con el gracejo y el buen humor.
En el siglo XX, en el proceso de: «La Evolución del carnaval en su acomodo a los tiempos y circunstancias, generó como alternativa al tradicional juego del agua del 28 de diciembre, la expresión creativa del Arcoíris en el Asfalto”.
En pocas versiones ya es un evento reconocido dentro del carnaval, en el tiempo preparatorio o pre-carnaval.
Se consolidó como un hecho atractivo, colectivo y con alto significado artístico y social que reúne a todas las generaciones y clases sociales en las calles del emblemático barrio de El Colorado’73.
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