Las autoridades tendrían identificado al presunto agresor y continúa prófugo de la justicia.
Un verdadero calvario vive una familia en Santa Marta, a la que además del dolor por la pérdida de dos de sus integrantes asesinados a puñal por un hombre, se le suma la inoperancia de las autoridades, que a pesar de tener identificado al presunto agresor, no han podido capturarlo.
Ricardo Elías Cadavid, hermano de las víctimas, contó a Santa Marta Al Día lo ocurrido el día del crimen de sus seres queridos, y la lucha que libra para que se haga justicia.
De acuerdo con Ricardo, el caso tuvo lugar el pasado 2 de diciembre del año 2017, cuando sus hermanos Fabián Barbosa Cadavid y Neider Barbosa Cadavid, se encontraban departiendo con varios amigos en el interior de un billar ubicado en el corregimiento de Bonda.
El presunto agresor responde al nombre de Hernán Carrascal, conocido como ‘El Cachaco Hernan’ y natural de Ocaña.
“Por razones desconocidas inició una pelea y Carrascal tomó un cuchillo para atacar a uno de mis hermanos (…) al verlo malherido, mi otro hermano se acercó a auxiliarlo y el agresor también le propinó varias puñaladas, lo que les causó la muerte a ambos”, señaló Ricardo.
El denunciante agregó que, tras haber ocurrido el doble crimen, el atacante se marchó del lugar con rumbo desconocido y que posteriormente había sido capturado en la frontera con Venezuela, pero esta información nunca fue confirmada.
“El día del asesinato el agresor llegó al billar en una camioneta tipo estaca de placas GDB-116, la cual quedó en custodia de las autoridades, pero vino un hermano de este hombre y se la llevó para Ocaña. Ese señor en Santa Marta no tenía familia, solo su esposa, quien se marchó de la ciudad luego de lo sucedido”, agregó Cadavid.
Tras seis largos años, el hermano de las víctimas exige a las autoridades que se reactive nuevamente la investigación y que el asesino de sus hermanos responda por el doble crimen.
“Solo queremos justicia, llega diciembre y todos estos años tenemos que vivir con el dolor por la partida de mis hermanos y la incertidumbre de que el victimario está gozando de su libertad. Mis hermanos eran buenas personas, no se metían con nadie y no les gustaba el problema”, finalizó Ricardo.