martes, noviembre 26, 2024

Hablemos de Madelayne Ortega, una memoria en impunidad

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Murió el 18 de diciembre de 2019.

Por Esteban David Gallardo Murillo
Estudiante de Sociología de la Uniatlántico. Representante estudiantil ante el Consejo de la Facultad de Ciencias Humanas

18 de diciembre de 2019, una fecha que no debería olvidarse nunca; un día como ayer, en escabrosas condiciones en horas de la mañana fue encontrado el cadáver de la Joven de tan solo 17 años Madelayne Ortega, quien fue doblemente víctima de los sectores afines a la izquierda de la Universidad del Atlántico, quienes no solo la arrastraron al bajo mundo del consumo de estupefacientes, sino que adicionalmente también la dejaron morir impunemente.

El caso de Madelayne es la pesadilla de cualquier padre que tenga hijos al interior de la Universidad y fue la pesadilla que sufrió Roberto Ortega, quien a carne viva hoy no solo sufre la ausencia de su hija, también sufre ante la zozobra de no saber qué habrá sucedido; así como también es la cruel pesadilla que muchos estudiantes observan en silencio con miedo a las represalias de los amos de la delincuencia normalizada que existe en el claustro, sin mencionar la protección irrestricta que poseen estos delincuentes por parte de los grupos radicales quienes los elevan a próceres de la patria y divinidades románticas bajo el eslogan de “Presos Políticos”.

Los mal llamados Presos políticos que hoy gozan de libertad sea por las incapacidades del sistema Judicial o la Política de impunidad nacional impulsada desde presidencia, son una evidencia clara de que delitos como el de Madelayne Ortega seguirán en la fría injusticia, bajo la burla de los amigos de los presuntos homicidas quienes a modo de burla o en un intento por salvaguardar su conciencia intranquila han rendido “homenaje” a la memoria de la joven.

En las paredes de la sede 43 de la Universidad del Atlántico reposan plasmados los hechos de una verdad inconclusa, no solo de la muerte de la que tan solo era una niña con una vida por delante, también yacen allí los hechos alrededor de la confabulación entre distintos delincuentes para esconder la verdad de la cruenta muerte. Las horas de dolor y sufrimiento que vivió Madelayne en sus últimos respiros no pueden continuar impunes, por ello es imprescindible cuestionar al sistema judicial, afirmando la responsabilidad objetiva de las personas a cargo de la toma de la sede centro, que contraria a sus objetivos “políticos” era no más que un burdel y expendio de drogas.

Queda aún por saber qué responsabilidad cargan sobre sus hombros aquellos que se escondieron en moteles financiados por sabe Dios quien posterior a ser encontrado el cadáver, así como también cuestionar qué fue de la patineta con la que golpearon a la chica, cuales fueron los hechos previos y posteriores a la pérdida de aquel celular, qué intereses existen por parte de quienes se pusieron a disposición de la fiscalía con que gran parte de esta información no se sepa aun cuando líderes de la dichosa toma han manifestado con anterioridad que lo sucedido allí sí fue un homicidio.

Cuesta creer como los liderazgos que pregonan “ni perdón ni olvido” respecto a temáticas de otras índoles políticas, sepultan con su silencio la desaparición física de Madelayne, por ello hoy, los esfuerzos por dar por enterrados los hechos de ese fatídico día parecen rendir frutos, cosa olvidada es la forma en que se trata tristemente la memoria de Madelayne Ortega, no se puede olvidar cómo este caso escaló sin precedentes involucrando no solo las amenazas que sufrieron los peritos extranjeros que vinieron a acompañar el caso; tan grande ha sido la incapacidad del sistema judicial colombiano que elementos como lo anterior llevaron a que se desconozcan los hechos verídicos alrededor de este presunto homicidio.

Hay que pedir verdad y justicia para el caso de la joven estudiante Madelayne Ortega. Sus padres y demás familiares así lo reclaman. No más encubrimientos y mentiras.

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