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Historia de la Guadua en el Quindío IV (ULTIMA PARTE)

Publicado por
Arturo García

Miguel Ángel Rojas Arias

Un mito adicional que se ha expandido sobre la guadua es aquel de la velocidad en el crecimiento de la planta. Los científicos orientales, japoneses y chinos, habían probado que el bambú del Asia podía crecer un metro con 20 centímetros en un día. Por tanto, se hacía adulta con gran rapidez. En el Quindío, tanto Sabogal como Londoño hicieron mediciones y hallaron que la guadua crecía entre 15 y 21 centímetros diarios y se desarrollaba a su tamaño definitivo en seis meses, pero su adultez, su madurez para el aprovechamiento es entre los cuatro y seis años.

“Guadua Angustifolia ha reportado incrementos de altura de 21 cm por día, alcanzando su altura máxima (15-30m) en los primeros seis meses y su madurez entre los 5 y 6 años. (…) Por lo general, el ciclo de crecimiento de un bambú constituye una tercera parte del ciclo de un árbol de rápido crecimiento y su productividad por hectárea es dos veces a la del árbol. (…) La productividad por hectárea de esta especie es de 1.200-1.350 culmos (tallos de guadua) por hectárea al año. (…) Los bambúes emergen del suelo con su diámetro establecido, sin presentar incrementos con el tiempo como sucede con los árboles”. (Londoño, 2003)

La guadua es un bambú. Y los bambúes crecen en todo el mundo, excepto en el continente europeo. Existen 90 géneros de bambú y 1.100 especies. En América hay 41 géneros y 455 especies que están diseminados desde el suroriente de los Estados Unidos hasta el sur de Chile.

Los bambúes pertenecen a la familia de las gramíneas, de la que son también plantas como el pasto, el maíz y la cebada. Pero entre ellas, el bambú pertenece a la subfamilia bambusoideae, que se dividen en dos grupos herbáceos (olyrodae) y las leñosas (bambusodae). Los herbáceos se reúnen en una sola tribu, Olyrodae, con 21 géneros y 100 especies. En cambio, los leñosos se dividen en nueve subtribus, tres de ellas endémicas de América, entre las que se encuentra la Guaduinae. (Londoño, 2003)

De la tribu guaduinae se desprende el género guadua y de ésta la especie guadua Angustifolia kunth, que es la guadua del Quindío, donde encontramos dos variedades: la bicolor (bicolor Londoño) y la nigra (nigra Londoño) con por lo menos tres formas: cebolla, macana y rayada, también la cotuda o castilla, que son ecotipos o formas que responden a condiciones climáticas y edáficas específicas. (Londoño, 2003, y Giraldo y Sabogal, 2007)

Muchos campesinos la cortan sólo en menguante y entre las 2 y las 4 de la mañana para esquivar la luz solar y porque a esa hora no contiene agua en el interior y así se evita su pudrición, según dicen.

Casi todos los mitos de esta planta se han desmontado, como queda dicho, con la investigación científica. Se puede ver su florescencia dos veces al año, es de fácil y rápida propagación, contiene agua todo el día y ni la luz del sol, ni la época de menguante influyen en su corte. Lo que la ciencia recomienda es que su poda se haga cuando la planta está hecha, madura, cuando contenga poca agua, y siempre cortarla exactamente por uno de sus nudos. La planta adulta presenta un tallo hasta de 30 metros de altura, formado por nudos y entrenudos separados por distancias que oscilan entre 10 y 40 centímetros.

Es prodigiosa su resistencia. La naturaleza la dotó de bajo peso y gran capacidad para soportar alto esfuerzo de compresión, flexión y tracción, llegando a reemplazar muchos kilos de hormigón o acero.

En las nuevas viviendas de la arquitectura de colonización fue utilizada para columnas, soportes, esterillado, pisos, puertas, empalizadas, aunque las familias de estratos sociales altos trataban de esconderla, con revoques o con tablas, porque socialmente estaba proscrita como un material de pobres. Incluso, los cordones de miseria de las ciudades en el Eje Cafetero, crecieron de la mano de la guadua y la esterilla.

Hoy, la guadua tiene un nuevo significado. Cambió de estatus. Aunque se sigue utilizando por los pobres para hacer sus viviendas precarias, es más ya un artículo fino, de lujo, para la construcción de las casas campestres de los nuevos desarrollos agroturísticos de la región. Es utilizada en la industria de la construcción como soporte y se adelantan experimentos para aprovecharla como alimento.

Esta planta cumple diferentes roles en la sociedad quindiana, pero, sin duda, uno de los más trascendentales es el ambiental. Conserva el suelo, controla la erosión, regula el caudal hídrico, aporta materia orgánica, contribuye a la biodiversidad, es secuestrante de CO2 y embellece el paisaje promocionando el ecoturismo. (Londoño, 2003) Es una gran alternativa para recuperar las cuencas hidrográficas porque además de amarrar los suelos en las laderas, protege con su sombra el espejo de agua. Su follaje, cuando cae al suelo, sirve de esponja retenedora de las aguas lluvias.

El aporte anual de biomasa general de un guadual en pleno desarrollo oscila entre 30 y 35 toneladas año por hectárea. La biomasa es importante porque enriquece y mejora la textura y estructura del suelo. Los risomas y hojas en descomposición conforman en el suelo símiles de esponjas que evitan que el agua fluya de manera rápida y continua con lo que se propicia la regulación de los caudales y se evita la erosión (Giraldo y Sabogal, 2007)

El guadual es una bomba de almacenamiento de agua, que funciona con el principio de ‘vasos comunicantes’. En épocas húmedas, la planta absorbe importantes volúmenes de agua que almacena en el tallo y en su sistema rizomático. Según estudios de Giraldo y Sabogal, en la hacienda Nápoles de Montenegro, Q., y en el Centro Nacional para el Estudio del Bambú-Guadua, en una hectárea de guadua puede almacenarse 30.375 litros cúbicos de agua. En verano, la planta le va aportando, paulatinamente, agua al suelo. (Giraldo y Sabogal, 2007)

Según Londoño, la guadua ha sido utilizada para proteger la superficie del suelo de la acción solar a través de su sombra y de la deposición de hojarasca, y también para recuperar tierras degradadas debido a la deforestación y a las prácticas agrícolas ineficientes. Los guaduales son, también, ecosistemas que albergan diversa flora, microflora, entomofauna, mamíferos, aves, reptiles y anfibios. “Se han registrado más de 120 especies de plantas asociadas al guadual, más de 48 especies de aves, 20 de mamíferos y 7 de reptiles”. (Londoño, 2003).

Los animales más comunes en un guadual son los insectos. Entre ellos se destacan las mariposas y los cucarrones como los más abundantes. También se hallan avispas, moscas, grillos y libélulas, entre los más acentuados. Le siguen las aves, como la garza del ganado, que forma verdaderas colonias que desarrollan su ciclo biológico en el guadual. Después hallamos los arrendajos y los loros, muy notorio este último por su bullicio. (Vélez, 2003)

También es frecuente encontrar diversas especies de tórtolas, así como aguiluchos y halcones que persiguen a las primeras para hacerlas sus presas. En el piso del guadual se observa uno que otro tinamú y perdices en grupos familiares. “También se oyen las resonantes vocalizaciones de las guacharacas y algunas pavas”, según Jesús Vélez. Cucos y garrapateros, barranqueros, colibries y tucanes son igualmente visitantes asiduos del guadual, del mismo modo que cucaracheros, falsos carpinteros y hormigueros. (Vélez, 2003).

En mamíferos se destacan los roedores, que se pueden ver en la parte baja, tales como guatines, guaguas, ardillas y armadillos. “Los zorros merodean por estos sitios en busca de roedores, insectos y pichones”, relata Vélez. En la parte alta se pueden ver algunos primates, el más sobresaliente es el mono aullador y el tití. En algunas áreas poco perturbadas se pueden observar perezosos, martejas y a veces puercoespín. También son comunes los murciélagos. El tigrillo o yaguarondí ha regresado a este hábitat. Lagartos, iguanas, basiliscos, serpientes, ranas y sapos integran la fauna asociada al guadual. (Vélez, 2003)

La altivez de esta gramínea, su imponencia, el aleteo de sus ramas como enormes plumas y el susurro de su follaje cuando se mece con el viento, al paso del campesino desprevenido y alegre, le dan un encanto sin par, que se refleja también en los miles de objetos que nacen de ella y la hacen la inconfundible e inigualable guadua, un hito de la tierra quindiana.

BIBLIOGRAFÍA

GRALDO, Herrera, Edgar; SABOGAL, Ospina, Aureliano. La Guadua, una alternativa sostenible. CRQ. Armenia, 2007.

LONDOÑO, Jimena. Recurso sostenible de incalculable valor. En La Guadua, arquitectura y diseño. Villegas Editores. Bogotá, 2003.

VÉLEZ, Jesús. La Fauna del guadual. En La guadua, arquitectura y Diseño. Villegas Editores. Bogotá, 2003.

 

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Arturo García

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