Por Alpher Rojas Carvajal *
Luís Emilio Valencia Díaz (1921), quien muriera este jueves 8 de septiembre a la edad de 101 años, era un antioqueño, mejor identificado como «El Taita» o «Emilio Carriel», financiador de las campañas proselitistas del extinto senador Ancizar López. El cacique Ancizar supo recompensarlo confiriéndole canonjías clientelistas y toda suerte de prerrogativas institucionales, hasta llevarlo a honores legislativos impensados para su formación.
El Taita ejerció una modalidad de captura instrumental del liberalismo para su beneficio a través del juego y las dádivas clientelares, al tiempo que facilitó -como veremos-, la penetración de la ilegalidad en el sistema político regional. Fue concejal, diputado y Representante a la Cámara.
El Taita llegó a Armenia proveniente de San Roque, Antioquia, a vender mercancías textiles desde una carreta de tracción humana que él mismo conducía y promovía con gritos estentóreos por las calles de la ciudad. Hombre alto y robusto con una bombástica prominencia abdominal que le daba un aire de luchador de sumo japonés; tenía El Taita, un cansino andar, una calma bovina y, en contradicción, unas papilas gustativas que se agitan -como las agallas de un tiburón cuando huele sangre- ante una oportunidad de ganar dinero o hacerse a una transacción ventajosa.
Se hizo administrador y luego propietario de numerosos bares y cantinas de la ciudad. Allí encontró la simiente que le produjo un giro notable a su vida: una habilidad zahorí de jugador de cartas, dados y billar con la que logró hacerse a una enorme fortuna, que le permitió ascender en la escala social mediante estrategias benefactoras de carácter asistencial. La misma táctica con que habría de capturar los votos de su clientela política y «amansar» a la prensa, como graciosamente le confesó a su vasta batería de cortesanos, mientras se hacía limpiar los zapatos enlodados.
Repelido por las elites -que numerosas veces echaron balotas negras (símbolo clasista de rechazo social) a sus solicitudes de ingreso-, formó con un grupo de amigos otro club, y cuando los productores de café acusaron el impacto de la crisis de los precios, El Taita les ferió sus acciones en los clubes y, en reciprocidad, lo admitieron como socio del Club Campestre y lo hicieron miembro de las juntas directivas de otros círculos exclusivos. Rápidamente asimiló la cultura del grupo y se adaptó al sistema de dominación de la estructura, aprendió y desarrolló sus hobbies hasta ser un golfista competitivo. A muchos distinguidos cafeteros en quiebra les adquirió sus propiedades y les prestó dinero a intereses irredimibles hasta convertirse en fuerte propietario urbano, circunstancia que lo niveló socialmente y le confirió notabilidad en distintas esferas. A partir de allí los `formadores de opinión´ de la localidad exaltaron la sagacidad manipuladora de este colonizador de la fragilidad ética de los `cuyabros´, como «una ´virtud´ de su inteligencia y su generosidad».
Sus incontables vivencias, constituyeron el mural en el que desplegó sus subjetividades sobre la política y el poder, así como la psicología de quienes con él lo ejercieron como una extensión de sus garitos penumbrosos. Patinó su poderosa billetera de norte a sur, por las capitales del mundo, en las que adquirió amplia información sobre la industria lúdica y erótica, así como la habilidad para hacer trovas y rimas de vuelo corto que disfrutaba componiéndoles a sus contertulios.
Se consideraba bien informado en asuntos mercuriales y acertado en sus cálculos electorales que, en cada campaña tomaban la dirección de sus apuestas, por ello se movía en un entorno que lo aislaba herméticamente de cualquier ataque contra su conciencia. Era lo que Enzensberger clasifica como un `analfabeto secundario´. Resulta impensable que El Taita pudiera fracasar en el ambiente deletéreo de la ciudad, pues éste lo ha formado y moldeado para garantizar su supervivencia. Se ufanaba sotto voce (a media voz), en sus tertuliaderos, de que muy pocos dirigentes en la historia departamental se hubieran resistido a consultarle decisiones importantes o a solicitarle «servicios personales».
Creador del chance
Su fuerte propensión lúdica lo llevó a crear el denominado juego del Chance en la década de los sesenta, un sistema de apuestas que consiste en acertar las últimas tres cifras de la lotería a cambio de un premio en dinero. “Sobre los años 70 los empresarios del chance – algunos de los cuales serían asociados a la parapolítica-, reclutaron ejércitos de vendedores a cambio de comisiones». (http://www.semana.com/nacion/articulo/el-estado-colombiano-esta-alterado-segun-dejusticia/124080-3).
El Taita monopolizó durante muchos años ese mercado en forma artesanal -con «libreticas y lapiceros » -, hasta cuando un acuerdo entre los más poderosos carteles del país determinó una división territorial (una especie de regionalización a partir de un tratado de límites para guardar la paz) que dejó el sistema en manos de Apuestas Ochoa. A El Taita le favoreció su condición de dirigente político, su articulación con los llamados «bajos fondos» (gente sin oficio que circula en la periferia social) y su influjo en la burocracia territorial para permanecer en el sector. Su proyecto tiene más de Hobbes que de Maquiavelo.
Apuestas Ochoa (Hoy Facilísimo) modernizó sus sistemas de ventas con computadores y puntos fijos de venta y se vio protegida en el contexto legal en el sistema de juegos de suerte y azar por la ley 643 de 2001, aprobada por el Congreso de la república. A su configuración contribuyeron legisladores beneficiarios de apoyos financieros de las casas de apuestas. http://www.portafolio.co/economia/finanzas/proxima-agenda-legislativa-liviana-materia-economica-479534
El Taita , y su nuevo entramado societario, caballistas y finqueros llenaron la ciudad y el departamento de maquinitas de juego, prenderías, hoteles, moteles y lupanares lujosos que constituyen una red de servicios. Es decir, el privilegio de una amplia oferta del ocio, donde los ricos descargan sus agitadas emociones y los pobres esconden sus miedos y depresiones. Desde estos vampíricos antros ejercieron el juego del poder regional para decidir el destino administrativo y político de la ciudad y del departamento.
Como socios de El Taita llegaron a la ciudad José Ignacio Gallego -un amansador de bestias y expendedor de carne en las tierras del ex presidente Uribe Vélez-, quien en menos de un lustro llegó a ser multimillonario, presidente del partido liberal y representante a la Cámara por el departamento del Quindío; y Anuar Oswaldo Oyola Márquez, proveniente del Urabá antioqueño pero nacido en Pueblo Nuevo, Córdoba, en donde se reconoce su cercanía con el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso y la enjuiciada chancera denominada La Gata. Oyola es también multimillonario, y hace poco aspiró, sin lograrlo, por el Partido Liberal con el padrinazgo de El Taita y su hija Luz Piedad a una curul en la Cámara de Representantes.
Oyola obtuvo como cuota en la gobernación de Amparo Arbeláez -2004-2007-, la gerencia de la Lotería del Quindío para Julio César López Espinoza, uno de sus subalternos. La mandataria, que confesó haber sido financiada por Apuestas Ochoa, sería sancionada con destitución del cargo e inhabilitada por doce años por manejos irregulares en la contratación http://caracol.com.co/radio/2011/08/17/nacional/1313600820_533183.html. López Espinoza, sería gobernador del Quindío en representación de los chanceros en el período 2008-2011, pero pronto se vio involucrado en una operación de lavado de dinero http://www.eltiempo.com/archivo/documento-2013/CMS-4562555, por lo cual fue destituido e inhabilitado por diez años, sanción que luego fue revocada.
Por esa vía El Taita y sus socios consolidaron el proceso de captura y reconfiguración mafiosa del Estado regional. La influencia de estos ´empresarios´ en la gestión municipal y territorial es un hecho que muy pocos se atreven a controvertir. Ejercieron el dominio territorial, a través de más de 15.000 puntos de venta de chance, casinos, bingos, maquinitas, hoteles y casas de lenocinio para turistas. El financiamiento de candidatos que les son sumisos es algo de curso corriente entre la ciudadanía. No se trata sólo de una táctica de dominio de posiciones estratégicas, sino del involucramiento de su poder en la vida económica, política y social de la región. A su sombra, el microtráfico y la trata de blancas utilizan sus redes y con el apoyo de ejércitos privados aseguran el curso fluido del negocio. (http://lasillavacia.com/historia/estatuto-anticorrupcion-saca-apuestas-ochoa-del-juego-politico-pero-no-sus-socios-24059).
El control sociopolítico por parte de El Taita y sus socios llegó a tal extremo que sus principales actores no se ven precisados, interpelados ni voluntariamente compelidos a guardar respeto por el sistema prescriptivo o normativo vigente, sino que, dadas la mansa adaptabilidad de la ciudadanía, sus procedimientos son los que rigen las pautas de conducta colectiva. En el Quindío y, principalmente en Armenia, el Estado ha sido una ficción y la fragilidad moral de la ciudadanía hace difícil su recuperación.
Pese a su bajo nivel de escolaridad, El Taita dispuso en forma casi permanente de las Secretarías de Educación como cuota burocrática; también de las rectorías de la Universidad del Quindío (Julio César Victoria), y de La Gran Colombia (Jaime Bejarano Alzate) (http://www.cronicadelquindio.com/noticia-completa-titulo-jaime_bejarano_dej_su_cargo_como_rector_de_la_gran_colombia-seccion-educacin-nota-101151.htm). Es decir, la sociedad dejó al arbitrio de El Taita la formación cultural y científica de los quindianos. Como quiera que fue él (y su hija) quien postulaba candidatos para cargos en el magisterio que, finalmente, van a promover la construcción de conocimiento y de bienes culturales en el sistema educativo regional y local, podría concluirse que allí se estructura la tabla de valores por las que se ha regido en los últimos años esa sociedad.
Para don Emilio y sus socios, el ejercicio de sus actividades públicas y clandestinas no estaba orientado exclusivamente a la gestión de los intereses económicos de grupo, con cuyos activos buscaban dominar lo público, capturar rentas y ejercer control social. Era también el propósito de crear en la sociedad la conciencia de que sus puntos de vista, el carácter de sus compromisos y el enfoque de sus inversiones, tienen un valor superior a las razones de quienes por las vías democráticas ejercen el poder sin mayores resultados.
Su electorado ha estado predominantemente integrado por vendedores de chance y sus familias, buhoneros, líderes comunales y zonales. Él mismo contaba que diariamente ponía en sus bolsillos cantidades de dinero en billetes de a dos mil pesos para atender los pedidos de los «transeúntes». Les regalaba también a los pordioseros y a gente en disposición de serlo, algunos proveniente de los medios de comunicación.
E n su condición de jefe del Partido liberal, mantuvo por varios años una coalición con la Alianza Nacional Popular (Anapo), para la alcaldía de Armenia, Alba Stella Buitrago y Efrén Tovar Martínez, al cabo de cuyos ejercicios administrativos y dada la gravedad de sus delitos fueron asegurados judicialmente, y declarados sujetos de «prisión intramural» e impedidos para desempeñar cargos públicos: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1299357.
Fue socio político del parlamentario Carlos Alberto Oviedo Alfaro (alias El Negro, quien se inició en las juventudes de la facción alvarista del senador Silvio Ceballos Restrepo, quien lo apoyó en sus estudios de derecho y en sus inicios en la política) comprobado integrante del Cartel del norte del Valle y con una trayectoria criminal de pánico. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-257090.
En Armenia una modalidad cuasi indispensable de supervivencia ha sido el respeto a esa especie de omertá, es decir, el silencio para encubrir los robos, las estafas y los crímenes. Las licitaciones con nombre propio en el gobierno de Sandra Paola Hurtado (2012-2015) y su novio, militantes activos de Cambio Radical (http://lasillavacia.com/historia/el-hombre-que-maneja-toto-en-el-quindio-49753), los favoritismos, los negociados, que tramitan los afiliados a las organizaciones mafiosas, son disimulados. Por ello se aseguran mantener un gobierno tras otro a sus subordinados e invertir fortunas enormes en las campañas electorales.
Don Emilio controlaba un submundo social semi-periférico apreciable y, por tanto, gozaba -él, sus socios y protegidos-, de privilegios que de otra manera no lograrían. Desde la Dirección Nacional Liberal – DLN- le delegaban el poder político necesario para manejar el partido a su antojo -como si se tratara de otro de sus casinos- y otorgar avales a candidatos sin trayectoria pública, que él mismo seleccionaba como a sus socios del chance y a su hija Luz Piedad a quien también hizo Representante a la Cámara y alcaldesa de Armenia. La ONG «Congreso Visible» registró a estos `legisladores´ quindianos con las más bajas calificaciones entre el conjunto de los parlamentarios del país. Ver http://www.congresovisible.org/.
Ha muerto, pues El Taita, Emilio Carriel, don Emilio Valencia Díaz, el hombre más poderoso del Quindío en los últimos treinta años, sin embargo, su legado de ‘controlador político’ parece que seguirá vivo, en cabeza de su propia estirpe de la Casa Valencia de Armenia.
*Alpher Rojas Carvajal, Investigador en Ciencias Sociales y Magister en Estudios Políticos. Consultor de Naciones Unidas para políticas públicas, director de la Corporación de Estudios Sociopolíticos y Culturales de Colombia.
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