A propósito del Día Nacional de la Guadua, EL QUINDIANO.COM publicará a partir de hoy la Historia de la Guadua en el Quindío, un trabajo de investigación de su director Miguel Ángel Rojas Arias.
Miguel Ángel Rojas Arias
“Las plantaciones de guadua semejan a enormes plumas que se mecen al más mínimo movimiento”, expresó en 1964 el arquitecto Dicken Castro, para entonces profesor de la universidad Nacional de Colombia, egresado de la misma y quien irrumpió en el mercado de las publicaciones sobre guadua en Colombia. La tierra que exploró Dicken para sus conceptos sobre guadua fue el Quindío. Lo que este arquitecto vio, no lo habían visto antes los habitantes de esta hoya hidrográfica, donde crece la guadua angustifolia kunth, tal vez la de mayor resistencia y versatilidad. (Rojas, 2009).
En la presentación de su libro La Guadua, Dicken sostiene: Tuve tal vez a mi favor el no haber nacido en el Quindío para poder mirar las construcciones de guadua como algo extraño y exótico, las cuales para los habitantes del Quindío hacen parte de su paisaje cotidiano, y no merecen ninguna consideración. Está en lo cierto el autor, porque el uso de la guadua en la etapa Precolombina, en la Conquista y en la Colonización del Quindío fue una tarea natural, inesperada, sin ninguna planeación y absolutamente espontánea. Por esta razón, para los quindianos la guadua no es extraña, ni particular, ni siquiera extraordinaria.
El propio Dicken lo acepta cuando sostiene: “Quiero (…) hacer ver (con el uso de la guadua) cómo sin ninguna ayuda técnica, un grupo poblacional ha sabido resolver acertadamente muchos de sus problemas”. Y vaticina: “Veo con tristeza cómo las construcciones y conglomerados hechos de guadua van dejando paso a otros materiales, y cómo estas ciudades y poblados van perdiendo su homogeneidad y agradable apariencia, para convertirse en agrupaciones heterogéneas, sin carácter particular”. (Dicken, 1964) Cincuenta y ocho años después, esa preocupación del arquitecto es una realidad. En Armenia, por ejemplo, casi todas las casas del casco urbano, que se construyeron en bahareque, cuya base fue la guadua, han desaparecido para dar paso al ladrillo, el hierro y el cemento.
Un dinosaurio sobreviviente
La guadua es una planta que está en América desde el Cretáceo, incluso, si se compara con otras gramíneas como el pasto, el maíz, la cebada, podría catalogarse como un dinosaurio sobreviviente, pues se piensa que existió en la misma era de los gigantes reptiles desaparecidos y tiene, como gramínea, la connotación de descomunal. El conquistador y cronista español Pedro Cieza de León reporta en varias ocasiones, en su Crónica del Perú, la presencia de esta planta: Como estos cañaverales que he dicho son tan cerrados y espesos; […] Hay en esta provincia, sin las frutas dichas, otras que se llaman caimito, tan grande como el durazno (…) Como los cañaverales son tan espesos, hay muchas alimañas.
El mismo Cieza, refiriéndose a la fundación de Cartago y a la zona del Cauca medio, donde halló varias tribus, entre ellas los quimbayas, sostiene hablando sobre los ríos: En tiempo de invierno, cuando vienen crecidos, tienen sus puentes hechos de cañas, atadas fuertemente con bejucos recios a árboles que hay de una parte de los ríos a otra (…) Era un lugar de robusta vegetación, de inmensos guaduales, que en caso de que un hombre no conociese el terreno, se perdería en ellos… (Cieza, 1984). Los conquistadores no pudieron pasar a la parte meridional de Cartago porque, según el mismo cronista, la selva de guaduales se convirtió en una barrera infranqueable, más dura de derrotar que los propios indios guerreros.
Juan de Castellanos, conquistador y cronista de indias, cuenta que Añasco y Ampudia, capitanes de Belalcázar, hallándose en dificultades en el río Jamundí, para defenderse de la nativos construyeron sus palenques en guadua: Por ser aquel asiento sospechoso/ y no tener salidas a contento/ tuvieron pocos días de reposo, /y fueron a buscar mejor asiento/ a orillas de aquel río caudaloso/ que de Cauca tenía nombramiento/ donde con guádubas hicieron fuerte;/ el cual fue fabricado desta suerte;/ cortaron muchas de la espesura/ que contenía cantidad inmensa,/ y a la parte de tierra se procura/ hacer con ella una cerca densa; a la banda del agua más segura,/ el río les servía de defensa. (Castellanos, 1955)
La guadua en la prehispanidad
El historiador Jaime Jaramillo Uribe hace un excelente retrato de la guadua en las antiguas comunidades precolombinas de la hoya del Quindío, en su libro Historia de Pereira: De guadua hacían cuchillos y lanzas los caramantas y los indios del Valle de las Lanzas. En guadua exhibían las cabezas trofeos, los armas, los caramanta y los ansermas. Con guadua se fabricaban jaulas para prisioneros entre los paucura. Con tubos de guadua hicieron los ansermas conductos para introducir chicha en las tumbas de sus muertos. De guadua era la vivienda de los quimbayas, lo mismo que sus acueductos. Con canutos de guadua beneficiaban el agua de las fuentes saladas de los indígenas del pueblo quimbaya de Coinza. Recipientes de guadua para llevar agua tuvieron los patagoras. De guadua hicieron los quimbayas puentes para cruzar ríos y quebradas. (Jaramillo, 2002)
Primer reporte científico
Los botánicos alemanes Humboldt y Bonpland, miembros de la Expedición Botánica de Mutis, la reportan en el año 1806 y la llamaron bambusa guadua. Dieciséis años después, otro científico alemán, Karl S. Kunth, la clasifica como guadua angustifolia kunth. Su uso es antiquísimo en América, pues investigadores ecuatorianos han reportado improntas de bambú en construcciones que se estiman tienen 9.500 años de antigüedad. Puentes colgantes y atirantados de impresionante precisión de ingeniería, poderosas embarcaciones, así como flautas, quenas y marimbas, fueron realizadas por los incas con este recurso durante la época de pre Conquista, y después de ella durante La Colonia, la especie fue la encargada de proteger indios y hasta pequeños pueblos del asedio de los españoles escondiéndolos tras sus espesuras.
Un muro para entrar al Quindío
Los conquistadores españoles no pudieron entrar a lo que hoy es Quindío, para hacerse a estas tierras. Su impedimento fue precisamente los ‘grandes cañaverales’ que no permitían la penetración del hombre. Esos cañaverales o guaduales, constituían igualmente un elemento esencial para la vida de los indígenas que habitaron esta zona, según lo narra el antropólogo Luis Duque Gómez: …Vivian en la parte alta de las lomas donde construían sus viviendas pequeñas, con guadua y techo de hojas de caña. Hacían puentes para pasar los ríos, utilizando igualmente la guadua y amarrándolas con bejucos… Sus caminos estaban adoquinados con guadua. (Duque, 1991)
BIBLIOGRAFÍA
CASTELLANO, Juan. Elegías de varones ilustres de Indias. Presidencia de la República de Colombia. Bogotá, 1955.
CASTRO, Dicken. La Guadua. Banco de la República. Bogotá, 1964.
CIEZA DE LEÓN, Pedro. Crónica de Perú y Guerras de Quito. 1985
DUQUE, Gómez, Luis. Los Quimbayas. Ediciones Autores Antioqueños. Volumen 63. Medellín, 1961
JARAMILLO, Uribe, Jaime. Obras completas. Universidad de los Andes. Ediciones Uniandes, Ceso, Instituto Colombiano de Antropología, Banco de la República, 2002.
ROJAS, Arias, Miguel Ángel. La Guadua en el Quindío. Editorial Feriva S.A, Cali, 2009.
(EL QUINDIANO publicará mañana La historia de la guadua en el Quindío II)
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