Maritza Muñoz es una mujer que lleva haciendo aseo en las calles de Medellín desde hace 20 años.
“Salgo de mi casa tipo 4 de la mañana, llego a mi trabajo tipo 4:20, llego, me organizo, me tomo un tinto, charlo con mis compañeros y ya salgo antecitos de las 5”, cuenta.
Maritza, o como muchos le dicen de cariño “escobita”, se levanta cada día motivada para cumplir con su labor. Ella vive agradecida con su trabajo por dos razones: la primera es porque puede hacer que la ciudad continúe siendo la tacita de plata y la segunda es la posibilidad que le ha brindado su labor, de sacar adelante a sus dos hijas, quienes se sienten orgullosas.
“Ellas se sienten felices, no se avergüenzan porque la mamá es escobita y nada. Yo siempre les digo a ellas que uno tiene que ser en la vida humilde y sencillo”, asegura la mujer.
Maritza agradece el vaso con agua o el juguito que algunas personas le brindan cuando va recorriendo calle a calle, pero el mejor regalo es que entre todos cuidemos y arrojemos los desechos donde corresponde.
“Todo mi trabajo lo hago con mucho amor, lo que necesiten de mí o lo que yo les pueda colaborar”, dice.
Como Maritza, cientos de personas en la ciudad ejercen una labor más que digna en Emvarias, una labor que de seguro se sentirá mejor con el saludo, la sonrisa y el agradecimiento de los habitantes de Medellín.