Yurani Tatiana es consciente que vive en zona de alto riesgo y que las condiciones no son aptas para sus hijos de uno, dos, cuatro, cinco y siete años. Aún así, dice que la vida se le acabó desde hace 4 meses cuando el ICBF decidió separarla de los niños para restituirles los derechos y salvarles las vidas.
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En este cambuche de madera de escasos 6 metros no tiene baño y el piso está a punto de colapsar. Acepta que la morada no ofrece las mejores condiciones de vida para sus hijos, pero pide al ICBF que no los entregue en adopción y que se los devuelva.
Conmovidos por la difícil situación de esta joven madre, algunos vecinos iniciaron una cruzada para ayudarla, con una recolecta lograron comprarle un lote muy cerca de donde perdió temporalmente a sus hijos y ahora piden ayuda para que les donen los materiales de construcción.
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Esta desamparada vendedora ambulante no para de llorar y lamentar la ausencia de sus hijos, decidió separarse de su esposo con tal de recuperarlos y se aferra a la solidaridad ciudadana para que le regalen materiales de construcción, edificar su nueva casa y volver a abrazar a sus hijos.