Los departamentos de Cundinamarca, Tolima, Meta y Boyacá podrían verse afectados en su seguridad energética.
Un megaproyecto energético que tiene enfrentados al Grupo de Energía de Bogotá (GEB) con el municipio de Tabio, concretamente con los defensores de la reserva natural de la cuenca alta del Río Bogotá, y que lleva más de ocho años sin resolverse, podría poner en jaque la seguridad energética del centro del país.
Se trata del proyecto UPME 03- 2010 Subestación Chivor II y Norte 230 KV para líneas de alta tensión asociadas y que contará con 292 torres de energía eléctrica que estarán ubicadas en los municipios de Cundinamarca de Chocontá, Cogua, Gachancipá, Machetá, Madrid, Nemocón, Sesquilé, Subachoque, Suesca, Tabio, Tenjo, Tibirita y Zipaquirá; y en jurisdicción de Boyacá, concretamente en los municipios de Garagoa, Guateque, Macanal, San Luis de Gaceno, Santa María, Sutatenza y Tenza.
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Según las proyecciones, las torres entrarían en operación en el primer semestre del 2025; sin embargo, 13 de ellas se han convertido en el centro de la polémica ya que ponen en riesgo, según los habitantes de Tabio, la protección ambiental de la zona donde estarán ubicadas; además, señalan, “que el proyecto no ha tenido una debida socialización y su construcción podría invadir predios privados en las veredas vecinas a este municipio.
No obstante, la GEB asegura que el proyecto se ha desarrollado conforme a la ley, respetando a la comunidad y al medio ambiente, lo que se suma a su importancia para la estabilidad eléctrica de la región. De acuerdo con voceros de la entidad, la seguridad energética del centro del país depende de este proyecto, ya que en la zona hay redes muy antiguas que comprometen la calidad y estabilidad del servicio en Bogotá, Cundinamarca, Tolima, Meta y Boyacá. Si no se realiza se corre un gran riesgo porque no tenemos un plan B. De hecho, si se llega a caer alguna de estas líneas, no tendríamos cómo reemplazarla.
Los reclamos de la comunidad
La respuesta de la entidad no convence a Birna Ávila, una líder ambientalista promotora de la campaña en Change.org: #SalvemosElPáramoDeTabio, que actualmente cuenta con cerca de 80.000 firmas digitales que apoyan su petición para que no se permita que este proyecto avance y ponga en riesgo el hábitat en la zona y destruya los frailejones que están en el lugar.
Con el paso de los días se ha hecho viral en redes sociales con más de 1 millón de interacciones en Instagram, Twitter y Facebook. Vale aclarar que esta iniciativa busca igualmente que hagan un pronunciamiento oficial, no solo el Grupo de Energía de Bogotá, sino también la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) y al Ministerio de Medio Ambiente, quien en últimas tienen la autoridad para frenar el proyecto.
Ávila, quien ha hecho seguimiento en detalle al megaproyecto desde el 2020, advierte que una de las torres, puntualmente la número 81, es la que amenaza una zona de páramo. “Se ubicará en los cerros occidentales entre Tabio y Subachoque, justo en la mitad de un páramo lleno de frailejones, donde nacen la quebrada Oya Montosa y otras más que hacen parte de la red hídrica del Río Frío”, aseguró.
De acuerdo con esta líder ambiental, la línea de conexión para líneas de alta tensión recibió la ratificación de la ANLA el pasado mes de junio de 2020, pese a que por más de 8 años la comunidad de las zonas vecinas al área de reserva forestal de la cuenca alta del río Bogotá interpuso todas las herramientas ambientales, jurídicas y sociales con el fin de lograr que se cambiara la ruta de la línea.
Es importante aclarar que, según la comunidad de Tabio, ni el Grupo de Energía de Bogotá ni la ANLA corroboraron los puntos de ubicación de las torres y por lo tanto se desconocía el impacto ambiental real del mega proyecto. Solo hasta el 24 de febrero de este año, la autoridad ambiental envió un ingeniero para tener un informe. En este se evidenció la vegetación de páramos en la torre 81 y bosques de encenillos en otras 17 torres más.
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Según el Grupo de Energía de Bogotá todo está en regla
El GEB señala que todas las quejas de la comunidad se han atendido en debida forma; así mismo, desde que inició el proyecto con el proceso de estudios, siempre se ha hecho la respectiva socialización. “Este fue uno de los requisitos, de lo contrario la ANLA hubiera rechazado el trámite”, indicó un vocero del GEB.
En cuanto a las críticas por el impacto al medio ambiente, Alejandro Giraldo, gerente Ambiental de Trasmisión de la Empresa de Energía de Bogotá, señaló que estos proyectos son de bajo impacto, “porque lo que hacemos es ubicar una torre con un cimiento promedio de 3 o 4 metros, no es de 40 como lo señala la comunidad”.