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María Herminia y las guardianas del viche: preservando la tradición desde el Chocó hasta Cali

Publicado por
Martha Montoya

María Herminia y sus compañeras no son solo productoras de viche; son las guardianas de una cultura rica y profunda, tejida en cada destilado que producen.

Noticias Cali

La vida de María Herminia y las guardianas del viche gira en torno a la cultura del Pacífico, y su viaje a Cali es solo un capítulo más en una historia que continúa escribiéndose con cada gota de viche que sale de sus alambiques. Al conocer su trayectoria, nos adentramos en cómo aprendió los secretos de la caña amarilla y, con tenacidad, los ha transmitido de generación en generación.

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En el corazón del Chocó, bajo Baudo, en una pequeña vereda llamada Cuevita, María Herminia Santiesteban despierta cada día con el aroma de la caña de azúcar que crece fuerte y vibrante bajo el sol pacífico.

¿Quién es herminia?

Desde niña, aprendió de su madre los secretos de la caña amarilla y la Propro (caña dura), esos tesoros vegetales que guardan en su savia la historia de un pueblo.

María Herminia es más que una productora de viche; es una guardiana de la tradición, una mujer que, con cada destilado, honra a sus ancestros y mantiene viva la esencia de su cultura.

Su alambique, una pieza única donde la madera y el fuego se encuentran, es testigo de largas jornadas de trabajo, donde cada gota de viche destilada es una celebración de la vida, de la muerte, de la sanación, del trabajo y de la música.

«El viche no es solo una bebida, es nuestra identidad, nuestra memoria», dice María Herminia con la humildad que la caracteriza, mientras atesora cada enseñanza que le fue transmitida por generaciones.

Invitada por la Fundación por un Pacífico Mejor y La Vichería, María Herminia, junto a otras once maestras del viche y un maestro vichero, emprendió una travesía hacia Cali.

Desde veredas remotas como rio Cajambre, Nuquí, Vurudó, Sibirú y rio Saija, estas mujeres recorrieron ríos, montañas y carreteras, desafiando la geografía con la determinación de quienes saben que llevan en sus manos un legado invaluable.

El encuentro en Cali fue un espacio para compartir, aprender y visibilizar los rostros de quienes, por generaciones, han mantenido viva la cultura del viche.

El viche «Cuevita«

Allí, María Herminia, con su marca «Cuevita», presentó al público su destilado, un producto que, como ella misma describe, guarda «el alegre sabor del campo».

En su mirada, se reflejaba el orgullo de llevar consigo una herencia que no solo es suya, sino de todo un pueblo.

El diseño de marca del Cuevita fue donado por Simón Londoño (Cali) y Randy Mora (Bogotá). A través de la juntanza creativa y las conversaciones con la maestra Herminia, crearon un universo visual cargado de símbolos

foto tomada IG @Lavicheria

Pero la travesía de María Herminia y sus compañeras no termina en Cali.

Al regresar a sus tierras, llevan consigo no solo el orgullo de su tradición, sino también la conciencia de que el futuro exige desafíos nuevos. María Herminia, que con atención escuchó a colegas y expertos en el encuentro, comprende que para que el viche sobreviva, será necesario sumar saberes tradicionales, académicos, científicos y técnicos.

La modernidad puede ofrecer herramientas, pero, como bien sabe, la esencia del viche no puede ser alterada.

Como lo expresó la maestra Herminia con claridad: «La modernidad tiene su lugar, pero el viche es más que una bebida; es nuestra identidad».

A ella le ofrecieron una destiladora de acero, mucho más eficiente, pero su corazón sigue fiel a la máquina de madera que aprendió a manejar de su abuela.

Compromiso, historia y tradicción

Esa misma fidelidad es la que mantiene a todas estas mujeres unidas en su propósito: proteger la memoria y la identidad que el viche representa.

Este encuentro en Cali no solo fue un intercambio de conocimientos, sino una reafirmación del compromiso que tienen estas guardianas del viche.

Al regresar a sus veredas, saben que su labor no es solo producir una bebida; es custodiar una tradición que ha resistido el paso del tiempo. Con cada destilado, con cada botella, aseguran que la historia, el sabor y el alma de su pueblo perduren para las generaciones futuras.

En una entrevista con al medio TuBarco herminía nos transmitió esa pasión cultural y amor por lo que hace

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Martha Montoya

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