La Laguna Negra, ubicada en las faldas del volcán Galeras, a 24 km de San Juan de Pasto, es un paraíso natural de 4.000 metros sobre el nivel del mar, conocido por su entorno de silencio y belleza. Rodeada de bosques andinos y páramos, es ideal para el ecoturismo y la educación ambiental.
Ubicada a 24 kilómetros al suroeste de San Juan de Pasto, la Laguna Negra, también conocida como Laguna de la Coba Negra, es uno de los destinos ecoturísticos más enigmáticos y tranquilos de la región.
Esta laguna, de origen volcánico y situada en las estribaciones del volcán Galeras, se encuentra a una altitud de 4.000 metros sobre el nivel del mar y posee una temperatura promedio de 9ºC, lo que contribuye a su ambiente único de serenidad.
Accesos a la Laguna
Existen dos rutas principales para llegar a este mágico lugar. La primera comienza en el cruce de la Avenida Panamericana con la Avenida Mijitayo, pasando por el barrio Tamasagra y continuando hasta la bodega de Coca-Cola.
Desde allí, la carretera se convierte en un camino destapado que, aunque transitable por vehículos pesados y transporte urbano, requiere de un poco más de esfuerzo. Este trayecto lleva a los visitantes hasta el corregimiento de Obonuco y, desde ahí, se continúa ascendiendo hacia el corregimiento de Gualmatán, para finalmente llegar al sector de la finca Chambacú.
La segunda ruta parte desde el kilómetro 15 de la carretera Panamericana, a la altura del Restaurante Coba Negra, donde un camino de 4 kilómetros lleva a los viajeros a la Laguna Negra, que forma parte del Santuario de Flora y Fauna Galeras, un área protegida que cubre más de 8.800 hectáreas.
Un Santuario Natural
La Laguna Negra no solo es un refugio para quienes buscan paz y aislamiento, sino también un centro de inspiración para artistas, poetas, músicos y fotógrafos, atraídos por la belleza sublime del lugar. Este paraje ofrece una rica biodiversidad, siendo un excelente destino para la práctica del ecoturismo y la educación ambiental.
Su entorno está dominado por bosques andinos nublados, típicos de los páramos, con una gran diversidad de flora que incluye especies tanto primarias como secundarias. Los visitantes pueden disfrutar del verdor exuberante de los árboles y arbustos que rodean la laguna, mientras escuchan el canto de las aves y el croar de los anfibios que habitan en la zona.
La fauna de la Laguna Negra es igualmente fascinante. El área alberga diversas especies de aves, así como búhos que se ocultan entre los árboles en las noches misteriosas. En este ambiente húmedo y frondoso, la naturaleza parece cobrar vida de una manera mágica, uniendo en su silencio la espiritualidad de quienes visitan el lugar.
Un Entorno de Agua y Bruma
La laguna se alimenta de las aguas que bajan desde el Páramo de Mejía, a través de la quebrada Pisisiqui, la cual forma una cascada de 25 metros de altura. Este curso de agua es esencial para el ecosistema de la laguna, que se convierte en un importante tributario de los ríos Chapal y Miraflores, que a su vez desembocan en el río Pasto.
El agua cristalina de la laguna refleja las copas de los árboles y la vegetación circundante, creando un paisaje casi místico. Entre las brumas que se levantan por la mañana y los rayos del sol que atraviesan las nubes, el sitio ofrece una experiencia visual que parece sacada de un cuento de hadas.
La Laguna Negra es, sin duda, un tesoro natural que combina belleza, biodiversidad y un ambiente de tranquilidad absoluta. Ideal para quienes buscan una escapatoria del ruido de la ciudad, este lugar invita a la reflexión, la conexión con la naturaleza y el silencio profundo que solo un rincón tan apartado y majestuoso puede ofrecer.
Fuente: Pasto Tierra Cultural
Fotos: Mario Guerrero Ortiz