Los usuarios denuncian constantemente que los precios que se cobran por las carreras son exorbitantes en comparación con las tarifas normales.
En el corazón del Centro Histórico de Santa Marta, un problema creciente ha estado generando malestar entre los ciudadanos y turistas: una mafia de taxis ha tomado el control del servicio público en la zona, operando sin regulación y abusando de las tarifas, lo que afecta gravemente la movilidad y deja una mala imagen.
Los usuarios denuncian constantemente que los precios que se cobran por las carreras son exorbitantes en comparación con las tarifas normales.
Una carrera mínima, que debería ser accesible para todos, es vendida a un precio de 10 mil pesos. Además, la situación empeora debido a que algunos taxis se estacionan en la mitad de la vía, bloqueando el paso de otros vehículos y generando prolongados minutos de espera para avanzar.
María López, una residente de la ciudad, expresó su indignación ante los altos precios que se ven obligados a pagar los usuarios por los servicios de taxi. “Es inaceptable que una carrera mínima cueste 10 mil pesos. Antes solíamos contar con un servicio confiable y accesible, pero ahora siento que están aprovechándose de nosotros”, lamentó.
Por su parte Alejandra Torres, quien trabaja en el Centro Histórico, expresó su preocupación por la falta de control y orden en las vías. “Los taxis se estacionan en cualquier lugar, bloqueando el tráfico y haciendo que la circulación sea un verdadero caos. Es frustrante tener que lidiar con esto todos los días”, relató.
A pesar de las múltiples quejas presentadas por los afectados y de que las autoridades de movilidad tienen conocimiento de este sistema de trabajo por parte de los taxistas agremiados, no se han tomado medidas drásticas para solucionar la problemática.
La falta de acción ha permitido que los taxistas continúen operando sin control, incluso llegando al extremo de dormir mientras esperan a los clientes.
El funcionamiento de esta mafia de taxis es respaldado por corporaciones en las que están inscritos, las cuales despliegan personas encargadas de encontrar clientes y llevarlos hasta los vehículos. La competencia por obtener pasajeros ha llevado a enfrentamientos y agresiones físicas y verbales entre los miembros de estas asociaciones de taxis, lo que aumenta el caos en el Centro Histórico.
Además de afectar la movilidad, esta situación convierte el servicio de taxi en una estafa, ya que muchos de los conductores se niegan a utilizar el taxímetro, que debería regular el cobro justo de las carreras.
Ante esta preocupante situación, los ciudadanos instan a las autoridades competentes a tomar medidas drásticas y efectivas que pongan en cintura a estas agencias de taxis. Se requiere una acción inmediata para regularizar el servicio, garantizar tarifas justas y aplicar sanciones a aquellos que incumplan las normas establecidas.
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