Intervención de la Essmar: un año en retroceso

Este martes se cumple un año de la toma de posesión de la empresa y la comunidad sigue padeciendo por la falta de agua potable.

El 22 de noviembre del 2021 la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios (Superservicios) ordenó la toma de posesión de la Empresa de Servicios Públicos de Santa Marta (Essmar), después de determinar que no tenía la capacidad técnica, administrativa, operativa y financiera para garantizar la prestación de los servicios de acueducto y alcantarillado a la ciudad.

Hoy un año después, los samarios siguen padeciendo por la falta de agua potable pese a que se está en plena temporada de lluvia, y por el rebosamiento constante de los manjoles en varios puntos del Distrito.

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La empresa cambió de agente interventor hace unas semanas después que el Superintendente de Servicios Públicos Domiciliarios, Dagoberto Quiroga ordenara el reemplazo considerando que con una persona jurídica se mejorarían los indicadores que siguen por el suelo.

De acuerdo con Quiroga, la intervención a cargo de la agente especial Yajahira Díaz no cumplió con las expectativas.

Sigue la problemática de agua

Los barrios de la zona oriente de la ciudad son los que se han visto más afectados. Pese a que con la intervención les prometieron solucionar la escasez y acabar con la venta de agua, nada se cumplió.

Santa Marta Al Día dialogó con Juan David, un residente de la parte alta del 11 de Noviembre que cada dos o tres días vive una odisea para abastecer de agua su vivienda, donde reside con su madre y su pareja sentimental.

A Juan David le toca bajar de su casa tres cuadras, hasta llegar a una esquina donde hay un punto de motobombas, que son las que utilizan para obtener el líquido de un tubo madre ubicado a 8 cuadras más abajo. Sin embargo, no todos los días es posible acceder al agua.

“De esta turbina a mi casa hay más de 100 metros, cuando llego tengo que poner otra turbina porque llega sin fuerza y esperar que se llenen los tanques, porque hay veces que se va el agua y toca comprarla”, explicó Juan David.

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Cuando el líquido no llega al tubo madre esta población vulnerable debe comprar pimpinas de agua, cada una les cuesta 3 mil pesos, más la moto que deben pagar para que se las suban hasta su vivienda, generando gastos que muchas veces no tienen para cubrir.

Amalia Beleño, vicepresidenta de la Junta de Acción Comunal del barrio 11 de Noviembre relató que la intervención no ha sido lo que esperaban y nuevamente se sienten defraudados por el estado.

“Esto lleva un año intervenido, supuestamente era para mejorar y aquí seguimos igual. El agua que estamos consumiendo es cruda, color chocolate. Nos toca comprar bolsas de agua para consumirla y hacer los alimentos”, manifestó Beleño.

La vicepresidenta de la JAC aseguró que llevaban 8 días sin poder obtener agua mediante las turbinas, porque cuando llueve encuentran el tubo madre tapado con animales y basuras, por lo que deben ir hasta calles abajo a destaparlo con sus propios recursos.

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“La intervención ha sido pésima, antes el servicio al menos nos llegaba a nuestra casa, ahora nos llega con menos potencia y nos toca recurrir a las motobombas para llevar el agua a nuestros hogares”, agregó la vicepresidenta.

Los rollos de manguera y las motobombas son elementos infaltables en las residencias de estos sectores del Distrito, pues si no cuentan con ellas padecen el doble por no tener cómo extraer agua de los puntos clandestinos.

Fiesta cuando llega el agua

Como el preciado líquido es tan escaso en el 11 de Noviembre, cuando sus habitantes logran llenar recipientes o albercas aprovechan para lavar y hacer los quehaceres de la casa.

Un foráneo podrá identificar si hay agua o no en el sector cuando observan que en la mayoría de las viviendas hay ropa tendida en las terrazas y los residentes están haciendo aseo. Como no saben cuándo volverá el preciado líquido, aprovechan para limpiar hasta el nido del perro.

No obstante, que el agua llegue a sus viviendas no es del todo gratificante, pues por lo general está mezclada con tierra y no les sirve para el consumo o para lavar ropa blanca.

“El agua nos llega revuelta y toca cogerla con turbina, incluso a algunas casas no llega. El servicio sigue igual para acá no nos han arreglando nada”, expresó Eugenia Polo.

Sin agua, pero con recibo

En el barrio El Yucal la historia se repite, los habitantes deben pagar 6 mil pesos por hora para que vecinos del sector que tienen motobomba y mangueras les suministren el líquido. Es decir, que deben cancelarle al intermediario y a la empresa que sin falta les cobra.

“Tengo 40 años de estar viviendo en este barrio, antes nos llegaba agua del Paso del Mango, cuando nos elevaron a barrio teníamos que tener agua tratada, pero nunca la hemos visto en la casa. Nos toca ir a un tubo madre donde hay perforaciones, me toca pagarle a la empresa y al que me la pone”, dijo Elizabeth Rojas.

La petición de estas familias es una sola: que agua en buen estado les llegue directamente a sus casas.

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Nuevo interventor

Santa Marta Al Día sostuvo una conversación con un funcionario de la Essmar, quien afirmó que a finales de enero EPM entregaría el informe donde mostraría el estado actual de la empresa y la hoja de ruta que tomarán para mejorar el servicio. Hasta entonces, los samarios siguen a ciegas.