Ingrid Ariza, la mamá del joven fallecido en el choque de la calle 93 del pasado 15 de octubre, dice que la investigación va lenta.
El viernes 14 de octubre a las 11 de la noche, tres horas antes de fallecer en un accidente de tránsito, José Elías Gutiérrez Ariza le dijo a su mamá, Íngrid Ariza, que durmiera tranquila, que no se preocupara por él pues iba a quedarse en casa de su novia, Niní Angulo.
No habían transcurrido cinco minutos de haberle manifestado esto a su progenitora, cuando José Elías regresó a decirle, lo que ahora ella considera fue su despedida.
“Te amo más que mi alma. Tenlo pendiente”, le dijo el joven.
“Lo sé, no me lo tienes que decir porque con tus actos me basta. Ve con Dios”, le replicó.
A las 5 de la mañana Íngrid despertó y se dirigió a la habitación de su hijo a cerciorarse si ya había llegado, pero la cama estaba intacta.
Decidió reanudar el sueño con la seguridad de que su hijo menor, en efecto se había quedado en casa de su novia.
Dos horas más tarde el timbre de su celular y la despertó
-“Señora Íngrid, ¿José Elías está con usted?”. Era Niní al otro lado del móvil.
-No, mija, ¿Acaso no se quedó allá?”, le respondió a la novia de su hijo, quien era la que llamaba.
-“José sufrió un accidente”, le dijo la joven con quien su hijo llevaba siete años de relación.
Entonces le contó que unos vecinos le mostraron un video en el que aparecía el Spark negro totalmente destruido. Como pudo, se alistó rápidamente y a la media hora ya estaban en la Clínica San Vicente.
Con el primero que se toparon en la puerta fue con Yesid, uno de los mejores amigos de su hijo, que la abrazó mientras lloraba desconsolado.
“Señora Íngrid, Jose está muerto”, le dijo entre lágrimas.
En ese momento, la mujer sintió que el corazón se lo partían en dos. “Así es el dolor de una madre cuando pierde a un hijo”, narró en diálogo con Zona Cero, para recordar la tragedia que vive la familia desde el sábado 15 de octubre.
A las dos de la madrugada, el vehículo que conducía su hijo fue embestido por una camioneta Toyota Prado color plata, que según el comandante de la Policía, coronel Jorge Urquijo, se voló el semáforo en rojo a la altura de la calle 93 con carrera 46.
José Elías murió en el sitio del accidente, mientras que dos amigos, Sergio Alejandro Gallego Arango y Eliana Cristiana Henao Giraldo, con los que se había encontrado en casa de su novia, resultaron heridos.
En el video se ve cuando los que iban en la camioneta, que quedó volteada por el impacto, salen por las ventanas para luego darse a la huida.
Solo uno de los ocupantes, que luego identificaron como Carlos Daniel Gaviria Barragán, resultó herido y fue remitido a la misma clínica San Vicente.
El 18 de octubre, las autoridades anunciaron una recompensa de 10 millones de pesos por el paradero del conductor de la camioneta que ocasinó la tragedia.
Diez días después, el 25 de octubre, Gaviria Barragán se presentó a la URI de manera voluntaria, pero quedó libre.
Íngrid asegura que los testigos señalan que esta persona era quien conducía la camioneta, por eso no se explican por qué no ha sido capturado.
Tampoco le han dado una respuesta sobre por qué José Elías ingresó a la clínica y a Medicina Legal como NN (sin identificar), pese a que llevaba todos sus documentos que Fiscalía se los regresó.
A la familia le dijeron los testigos que los paramédicos que llegaron al lugar auxiliaron primero a los de la camioneta Toyota, y 15 minutos después regresaron por José Elías y por la pareja que lo acompañaba.
“Todos salieron por las ventanas, mientras que mi hijo agonizaba entre los hierros retorcidos del Spark que acababa de terminar de pagar”, añade.
En vista de todos los interrogantes que siguen sin despejarse en torno del accidente, Ingrid y su familia, con ayuda de un abogado, comenzaron una batalla difícil para ellos porque sienten que la investigación va lenta, con pocos resultados.
Por eso varias veces se han concentrado en el sitio de la tragedia para prender velas y mostrar pancartas exigiendo que se haga justicia.
“Es que aquí la ley solo aplica para el pobre porque a la persona que tiene recursos no le pasa nada. Mi hijo está en el cementerio y el asesino, porque solo así se puede llamar a alguien que conduce borracho, está libre”, dice.
Carlos Andrés Ariza, primo de José Elías, le escribió al Presidente Gustavo Petro para pedir que intervenga en el caso.
“Le pido que nos ayude a esclarecer y capturar a las personas que asesinaron a mi primo José Elías Gutiérrez. Hasta el día de hoy no hay una sola captura por el solo hecho de que el conductor de la camioneta tiene mucho dinero”, le dijo en un mensaje por Instagram.
Desde entonces, Íngrid se ha reunido con mandos de la Policía Metropolitana y de la Fiscalía 54 de la Unidad de Vida, pero “no hay avances”, asegura.
«Yo siento –afirma- que estamos solos luchando. Yo quisiera saber si el asesino de mi hijo tiene la conciencia tranquila, y cómo estaría la mamá si el muerto hubiera sido él».
“Mi hijo era un muchacho sano. El único vicio que tenía era la comida. Era amoroso servicial y muy pendiente de mi mí y de mi nieto Dylan. Dependíamos económicamente de él”, asegura la mujer, al explicar que José Elías administraba un sex shop en la calle 74 con carrera 47 de propiedad de su hermano Raed, 37 años, que vive en Panamá junto a su otro hermano Backer, de 34.
Lo que más le preocupa es la crisis nerviosa de su nieto Dylan, de 9 años, que vive en el apartamento que ella compartía con su hijo en el barrio El Prado.
“Era como un padre para Dylan que está con asistencia sicológica porque repite que se quiere ir al cielo para ver a José Elías”, cuenta Íngrid, que vuelve a romper en llanto.
Desde enero cuando murió su mamá vive con el corazón arrugado, pero cuenta que con su hijo, el dolor es insoportable.
“Hace dos meses dejé de vender almuerzos ejecutivos porque me fracturé una mano. Jose era quien llevaba los domicilios, teníamos muchos planes, su deseo era montar un restaurante conmigo y salir a viajar. Es que tenía toda una vida por delante”, recuerda.
El lunes pasado, Íngrid asegura que escuchó el llanto de su hijo fallecido que venía de la habitación que él ocupaba.
“Me dijo, mami, estoy triste porque estás luchando sola, y no paraba de llorar. Yo le dice: descansa en paz que todo se va a solucionar y todos vamos a estar bien, incluyendo a Dylan”, narró.
Para Íngrid, su familia, pero sobre todo su hijo, no van a descansar en paz hasta que el responsable de este homicidio esté tras las rejas.
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