Los presuntos homicidas actuaron con total frialdad en los hechos.
El asesinato de menores es un acto deplorable y que consterna a millones de familias en el país, al conocer las historias que se esconden detrás del rostro inocente de los menores, que desafortunadamente cayeron la red de unos que no les respetaron la vida.
El último caso que consternó a los colombianos fue el del pequeño Gabriel Esteban, quien falleció a causa de una asfixia que le provocó su papá mientras él dormía. Lo más cruel de este hecho, es que el papá del menor es el responsable y relató el hecho con frialdad.
Pues Gabriel Enrique González de 50 años buscaba asesinar a su hijo y luego suicidarse, todo para que su expareja se sintiera culpable.
“Lo asfixié con la almohada de la habitación y tuve que usar todo el peso de mi cuerpo, porque el niño intentó defenderse […] Cuando lo asfixié fui al baño, pero no encontré con qué ahorcarme. Así que tomé 40 pastillas que llevaba en un frasco y que supuestamente eran fulminantes, pero no pasó nada”.
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Luego de esta desgarradora historia, el hoy confeso homicida enfrentará un proceso en el que podría pagar más de 50 años de cárcel sin rebajas al tratarse de un menor de edad.
Luis Alfredo Garavito nació el 25 de enero de 1957, y vivió con seis hermanos menores. Su padre lo castigaba fuertemente, pues lo quemaba con velas, lo cortaba con navajas de afeitar y lo ataba a árboles donde le pegaba con palos.
Cuando cumplió 13 años un amigo de la familia lo violó, situación que le provocó trastornos mentales tales como pensar en mandar a asesinar a su victimario con sicarios. Ahí empezó toda una vida con prontuario criminal, pues le empezaron a atraer sexualmente los niños, tanto así que intentó acceder a un pequeño de cinco años.
Lo más paradójico de todo es que vendía estampitas del niño Dios y del papa Juan Pablo, pero detrás de esto escondía un gran resentimiento por la sociedad. Así empezó en el año 1992 a aprovecharse de la situación que vivía el país por la guerra civil donde muchos niños quedaron huérfanos, él buscaba a pequeños entre 5 y 16 años, se disfrazaba de sacerdote, anciano, vendedor y profesor, les ofrecía ayudas y luego cometía el crimen.
Y en medio de un episodio más donde intentaba torturar y abusar de un pequeño, fue capturado, y hasta el 2001 lo condenaron a 1853 años y 9 días de prisión por el asesinato de 138 niños.
Cabe recordar que por ley se establecían penas máximas de 60 años, pero como colaboró para localizar los cuerpos le rebajaron la pena a 40 años, y al cumplir tres quintas partes de la sentencia y por buen comportamiento, podría salir con libertad condicional en el 2023.
El 26 de septiembre del 2008, Colombia conoció el fatal fallecimiento de Luis Santiago Pelayo, un bebé de tan solo once meses de nacido, que fue secuestrado por su propio padre, Orlando Pelayo, y sería el mismo el que perpetró su asesinato.
Tras las investigaciones, las autoridades establecieron que el propio padre del infante era el culpable, de hecho, él confesó los detalles del asesinato que fue cometido en compañía de Martha Lucía Garzón, con quien sostenía una relación y otro hombre llamado Jorge Orlando Ovalle.
Así las cosas, en el 2008 Pelayo fue condenado a 58 años en el centro penitenciario de La Tramacúa, en Valledupar y aunque no hay beneficios para quienes violan o asesinan menores, el hombre que ya lleva más de una década tras las rejas puede redimir la pena con trabajo y estudio.
En el mismo lugar donde se encuentra Orlando, paradójicamente están recluidos Rafael Uribe Noguera el homicida y violador de Yuliana Samboní y Luis Alfredo Garavito, asesino en serie.
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El país recuerda con estupor la historia de Yuliana Samboní, una pequeña de 7 años que estaba jugando con su primo cerca de la casa en el sector de Chapinero y fue raptada por Rafael Uribe Noguera, quien la subió a su lujosa camioneta y se fugó del lugar.
A este hombre lo hallaron culpable del rapto, violación y asesinato de Yuliana y lo condenaron en el 2017 a más de 58 años de cárcel por los delitos de feminicidio, tortura, acceso carnal violento y secuestro, con el agravante de que la víctima era menor de edad. A pesar de esto, en el 2020 se le hizo una rebaja de pena de dos meses, un día y 12 horas.
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