La práctica de este deporte surgió desde hace más de 500 años como una tradición de la cultura muisca.
Una de las tradiciones más marcadas en Colombia es el tejo; en este deporte se dan cita en la cancha los mejores lanzadores para mostrar su destreza y su precisión con el objetivo de reventar la mecha usando el famoso disco de tejo.
El origen del tejo se remonta desde hace más de 500 años. Los muiscas, quienes habitaban en los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, practicaron un deporte que hacía parte de sus fiestas ceremoniales, conocido como “Turmequé”. Sin embargo, los únicos que podían jugarlo eran los caciques.
El nombre turmequé, que hoy es un municipio de Boyacá, se debe a que este era un centro de importancia donde los indígenas no solamente podían comercializar productos, sino también hacer concursos deportivos; entre ellos, el turmequé.
El primer disco que se usó para practicar este deporte se llamaba “zepguagoscua”, estaba hecho de oro en referencia al Sol, uno de los dioses principales de la cultura muisca. Con el paso del tiempo, el zepguagoscua dejó de usarse para darle paso a un disco de piedra; hoy en día, existe el famoso tejo, un disco hecho de metal.
En un principio, el objetivo del juego era ‘encholar’ el disco en un hueco que había en la tierra; no obstante, algunos mitos señalan que la llegada de los españoles hizo que los huecos fueran cambiados por las famosas mechas, unos triángulos de papel rellenos de pólvora que están cerca al bocín, un anillo de metal en el centro del tablero.
Lo que era una tradición en el altiplano cundiboyacense se convirtió en un deporte muy popular en el país. Fue así como surgió la Ley 613 de 2000, donde se declaró al tejo como un deporte nacional. Sin embargo, se expandiría a países como Ecuador, Venezuela, Perú o España, donde también practican este deporte.
Un elemento que no puede faltar en el tejo es la cerveza, sin ella jugar tejo no sería lo mismo. Los lanzadores esperan pacientemente su turno mientras se refrescan con “una buena fría” para estallar la mecha que está al frente, en el tablero de tejo.
Esto demuestra que el tejo no solamente es un deporte, sino que también es un espacio donde la gente puede compartir alrededor de las mechas de pólvora, una buena cerveza y, por qué no, la música popular que inspire a los lanzadores a “hacer moñona”.
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