Había sido condenado a 33 años de prisión, pero le concedieron el beneficio de casa por cárcel y ya se encuentra en la capital tolimense. Le contamos los terribles detalles que entregó la investigación de este crimen que conmocionó a Ibagué y al país, además del porqué de su salida de La Picota.
Una noticia impactante se conoció en las últimas horas con respecto al caso que conmocionó a Ibagué y el mundo, luego que en el 2009 se registrará un terrible crimen protagonizado por el comandante operativo del Tolima, el coronel Joaquín Enrique Aldana, quien asesinó, desfiguró y desmembró a su esposa, Erika Cecilia Yeneris.
Pues Ondas de Ibagué conoció en exclusiva que el coronel Aldana fue trasladado de La Picota a Ibagué, para terminar de pagar su condena en casa, esto debido a que el sistema de justicia de Colombia dice que de cada año que se paga en prisión, se tiene un descuento de 4 meses por buen comportamiento y estudiar, por lo cual Aldana habría descontado 4 años y al cumplir los 16 años, mitad de su pena, pudo solicitar el beneficio de casa por cárcel.
En ese sentido, el Juzgado Segundo de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Bogotá decidió otorgarle la prisión domiciliaria el pasado 27 de octubre, por lo que el jueves 3 de noviembre fue trasladado de La Picota al Coiba de Picañela donde lo reseñaron, pagó caución y firmó el acta de compromiso, para posteriormente ser llevado el 4 de septiembre a su nueva residencia en Ibagué, de la cual por motivos de seguridad no se dio a conocer la dirección. Ahora le restan 16 años de casa de cárcel para completar su condena.
Estos beneficios los obtuvo debido a que, en el momento de cometer el crimen, en Colombia no estaba tipificado el delito de feminicidio.
Reconstrucción de los hechos
El caso inició cuando Jorge Perea estaba arando un campo en la Hacienda San Isidro, el 9 de septiembre del 2009, cuando sobre las 8 y 30 de la mañana se le trabó la maquina y al revisar, descubrió un bulto extraño que contenía una cabeza humana.
El hombre llamó de inmediato a la Policía que inició una investigación criminalística sin precedentes en el país, en la cual fueron encontrando las partes desmembradas de un cuerpo en un radio de 25 kilómetros.
Acisclo Cifuentes, fue el primer investigador criminalístico que llegó a la zona, intentando detectar huellas y rastros que el asesino pudo haber dejado en la escena.
En su momento indicó que las heridas que presentaba la cabeza no eran normales, pues la cantidad y la calidad, no correspondían a un ataque con arma blanca normal.
Durante 4 días, el grupo de criminalística trabajó en un radio de 25 kilómetros, encontrando 6 bolsas con restos humanos, y en un primer momento no pudieron determinar el sexo, debido a la violencia y cantidad de heridas que registraban los restos.
Según los peritos, el asesino puso especial empeño en desdibujar los rastros faciales y acabar con las impresiones digitales, por lo que fue un verdadero reto identificar el cuerpo.
El asesino había arrancado todos los pulpejos de los dedos de la víctima, para evitar que le tomaran las huellas digitales, por lo que se determinó que esta persona conocía de criminalística.
Lo que reveló la autopsia
Sin embargo, la autopsia reveló varias cosas importantes, primero que la víctima era mujer y tenía entre 25 y 35 años, había recibido 58 cortes con un arma que podría corresponder a un bisturí en el rostro para desfigurarla, también que la descuartizaron estando desnuda porque no encontraron fibras en el cuerpo, además al cuerpo le retiraron las costillas 3 y 4, fundamentales para los estudios antropológicos que permiten determinar sexo, raza, posible edad y estatura de la víctima.
Finalmente determinaron que el asesino había retirado las prótesis mamarias, pues cada uno de estos implantes tiene un código rastreable, también se determinó que el asesino era diestro, hombre, de contextura gruesa y más alto que la víctima.
En cuanto a la cantidad y agresividad de las heridas, los forenses tenían la teoría de que se trataba de un crimen pasional.
El perito Luis Felipe Romero relató que lo primero que debieron hacer fue reconstruir el rostro de la víctima, con la idea de hacer un boceto y poder darlo a conocer al público para tratar de encontrar familiares o conocidos que la reconocieran.
Otro equipo, liderado por Nubia Camacho, se encargó de tratar de reconstruir las huellas digitales, que el asesinó había arrancado. Pese al daño, tuvieron éxito en dos falanges, el índice y el pulgar derecho, he ingresaron esos datos al Sirdec, página del Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres, allí encontraron varias coincidencias y empezaron a descartar.
Identificación
Finalmente dieron con la imagen de una mujer reportada como desaparecida en Cartagena y el 28 de septiembre, fue identificada como Erika Cecilia Yeneris, esposa del coronel Joaquín Enrique Aldana, comandante operativo del Tolima y madre de dos niñas de 7 y 12 años.
En un principio se le consideró como víctima al coronel Aldana por el vil asesinato de su esposa, pues gozaba de buena reputación un hombre con 21 años de carrera en la institución, con cargos en el Arauca, Cauca y Córdoba con más de 560 reconocimientos en su hoja de vida.
Sin embargo, su comportamiento dio mucho que pensar a los investigadores, pues al momento de la entrega del cuerpo, nadie estuvo presente de Ibagué, solo su familia materna que viajó desde Cartagena. Además, la denuncia de desaparición la hicieron desde Cartagena y no desde Ibagué, donde ella residía con su familia.
La versión inicial que entregó el coronel Aldana afirmaba que había visto por última vez a su esposa, la tarde del 8 de septiembre cuando ella tomó un taxi y nunca regresó a casa.
Afirmó además que la relación con su esposa era distante y por eso no le extraño su desaparición en un inicio.
Hipótesis
Los investigadores barajaron muchas hipótesis frente al homicidio, pasando por el ataque de un psicópata, un amante dolido, retaliaciones contra su esposo por su profesión hasta llegar a sospechar del propio coronel Aldana.
La oficina de perfilación criminal, grupo avalado por el FBI en Latinoamérica, tomó el caso y determinó que las heridas habían sido cometidas con la intención de borrar la identidad de la víctima, por lo que tenía que ser una persona con estrecha relación con Erika Cecilia Yeneris y por la manera en que la desmembraron tenía que tener estudios en criminalística.
Al revisar la hoja de vida del coronel Aldana encontraron que en el año 1991 recibió capacitación en criminalística en la Escuela General Santander y posteriormente, en el 2023 fue instructor en la Escuela de Corozal sobre manejo del lugar de los hechos, por lo cual tenía amplio conocimiento en criminalística.
Además, en el 2019 tuvo un llamado de atención con respecto a su trato hacía el personal femenino de la investigación.
Las Pruebas
Los investigadores encontraron la ropa de la víctima, la cual era de estar en casa, lo que dio más pistas sobre el lugar de su muerte.
22 días después de la desaparición, el coronel entregó la casa en que vivía con su esposa en arriendo, pero pese a que la entregó lavada y pintada, los investigadores lograron demostrar tras aplicar reactivos, que la casa estaba llena de sangre.
En el sótano del lugar, tras una búsqueda minuciosa encontraron manchas de sangre en la escalera, el pasillo y el baño, comprobando tras análisis que era la sangre de Erika Cecilia Yeneris.
También aplicaron la prueba en los carros de la familia, pero no se encontraron pruebas, y se conoció que dichos vehículos habían sido lavados al día siguiente de la desaparición.
El computador y relación extramarital
En los elementos incautados, las autoridades se llevaron un computador en cuyo disco duro encontraron las pruebas definitivas que condenaron a Aldana.
En él encontraron un software espía, con el que el coronel leía las conversaciones que tenía su esposa y con el cual se dio cuenta que su mujer estaba en una relación extramarital.
Este programa fue instalado el 2 de septiembre del 2009 y borrado al día siguiente de la muerte de Erika Cecilia Yeneris, sin embargo, los archivos quedaron en una carpeta oculta a la que pudieron acceder los investigadores.
El presunto amante era un colombiano que vivía en Costa Rica, las conversaciones eran románticas y en ellas le había dicho que tenía intenciones de separarse del coronel.
¿Cómo fue el asesinato?
Los investigadores concluyeron que luego de leer los chats, el coronel Aldana esperó que sus hijas se fueran al colegio y empezó una discusión con su mujer, en algún punto la golpeó cuatro veces con un objeto contundente que le causó un trauma craneoencefálico severo que la dejó inconsciente.
Luego, estando aún viva, el hombre le cortó el rostro 58 veces intentando desfigurarla, también le retiró los pulpejos de los dedos. Cuando ella falleció, empezó a desmembrarla y metió sus restos en bolsas de basura.
La Captura
Con estas pruebas el 26 de noviembre del 2009, el juez 5 penal municipal de Ibagué dictó orden de captura contra el coronel Joaquín Enrique Aldana por el homicidio de su esposa, pero cuando intentaron hacerla efectiva, se había volado.
El hecho causó tal escandalo a nivel nacional que el mismo director de seguridad ciudadana de la Policía se puso frente a la búsqueda y ofreció una recompensa de 100 millones de pesos por información sobre su paradero.
La condena
15 días después del anuncio, el coronel Aldana se entregó a la Defensoría del Pueblo alegando estar preparando su defensa y temer por su vida, en ese momento se declaró inocente y siguió sosteniendo su inocencia durante todo el juicio que inició el 7 de julio de 2010.
En el que finalmente fue condenado a la pena principal de 400 meses de prisión, es decir 33 años y 9 meses de prisión, siendo enviado a La Picota en Bogotá.
La condena de Aldana llegó por apelación a la Corte Suprema de Justicia, que la ratificó en 2014.
La última vez que se había conoció del caso, fue por un permiso de 72 horas otorgado en diciembre del 2018, en el que se vio al coronel Aldana en diferentes lugares de Ibagué.
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