Jota Domínguez Giraldo
Falta un partido por jugarse el próximo miércoles en Armenia contra Huila y el Quindío para perder su ingreso en la categoría A, deberá perder 11 goles a cero.
Y después, la historia de hoy la contamos así:
Siete años y siete meses después explotó un volcán de alegría reprimido y terminó el sufrimiento de haber perdido una categoría a la que volver se sabía no sería fácil. Un empate del Quindío frente al Huila, con gol de Mina, permite al Deportes Quindío poner esta alegría en las arterias de los corazones de los muy creyentes aficionados.
Los seguidores o hinchas del Deportes Quindío, durante este tiempo vivieron muchos pesares, tristezas, cabizbajos, casi que humillados, porque la solución para su regreso no estaba en manos de ellos; al contrario, era el mayor accionista del equipo quien debía disponer el regreso a la primera categoría profesional.
En varias ocasiones y años anteriores este Quindío pudo haber ascendido y tuvo los resultados a su merced; sin embargo, sus patrocinadores económicos encontraron más rentabilidad y menores costos permaneciendo en la segunda división y por ello ascender a la primera categoría no representaba mayor ilusión que ser considerado dentro de los importantes. Pero esas satisfacciones morales no llenan los bolsillos de quienes exponen su dinero y buscan mayores réditos económicos. Eso dejó de ser representativo o decoroso pues hoy a estos dirigentes les parece que a estos equipos se les adorna o ilusiona con los dólares o con los pesos. Así de escueto.
Como pagando una pena en cárcel, noventa y un meses después de haber sido penalizado a vivir en la segunda división, todo derivado por la fuerza de los pésimos y nefastos resultados administrativos y deportivos, nuevamente el Deportes Quindío sale de esa condena y llega a la categoría principal del fútbol profesional colombiano, saliendo de la “B” para regresar a la llamada “categoría A”.
Sin embargo, esa alegría que hoy viven y sienten los habitantes de esta región cafetera, casa principal del Paisaje Cultural Cafetero de la Unesco, no se puede comparar con el sufrimiento y la alegría de los verdaderos hinchas, muchos de ellos molidos a golpes por la Policía cuando desde el estadio y las calles vecinas, por muchos días y noches, reclamaron un manejo respetuoso y digno de la gente del departamento que garantizara el regreso de su equipo a las grandes ligas de este deporte en el país. A ellos obviamente el agradecimiento de todos los que pensaban lo mismo que ellos, sólo que estos pusieron el pecho y los otros estaban desde una mejor comodidad.
Y así, uniendo las ilusiones de los hinchas que se hacen matar por su equipo con las expectativas llenas de desconfianza entre los demás habitantes del Quindío, llegó la fecha que no tiene aplazamiento, porque todas las desgracias no duran para siempre, aunque las alegrías generalmente son de corta duración.
Pero las alegrías llenan los espíritus, colman los sentidos y dan paso a la locura. Eso es lo que ahora deben sentir quienes pensaron que este día podía llegar y llegó.
El ser humano seguramente se acordará de la fecha y la remarcará en cualquier conversación. Ojalá también se acuerden de los jugadores y del técnico. Mina y Quintabani en su orden están en esa lista de quienes cambiaron un rato de un domingo por la tarde, día generalmente aceptado para descansar para poner el corazón con todas las pulsaciones a desbordar.
Sin gastarnos muchas líneas más para recorrer mentalmente la cantidad de tropiezos que tuvieron los verdaderos aficionados y la mayor parte de la gente esperanzada en un mejor futuro para el Deportes Quindío, le contamos a nuestros lectores que verdaderamente hay algo que mueve el corazón de esta región y se llama “el invencible” Deportes Quindío. Y se le dice “invencible” porque pese a todas las derrotas y a los desafueros cometidos en su nombre, no han podido quitarle a la gente el amor por esa camiseta verde, con una “V” de la victoria en el pecho, de frente, por donde caen las lágrimas de emoción o de tristeza, con la cual se seca el sudor después de cada jornada meritoria así se pierda, pero que sirve para cubrirse de gloria y de vergüenza deportiva cada vez que se usa o se pone o se viste para representar su querida y amada región.
Por eso “invencible” porque nada ha podido superar ese delirio ni hay otra enseña que ondee y que nuestro hálito haga flamear en el horizonte. Así de sencillo, así de único. Por eso hoy hubo llanto; seguramente se perdonarán los vejámenes que se han cometido contra la institución pues lo importante era volverla a ver lucir entre los importantes; esa es una bella respuesta a sus ideales, a su pasión, a su desbocada afición, a su equipo, a su amor.
Y debemos imaginar cómo se mueve el corazón tatuado del exfutbolista argentino y cuyabro Tilger y también imagino que el corazón se le quiere salir a todos los de todas las barras para reclamar y buscar de Tilger su emocionado abrazo que tiene la misma emoción de todos los quindianos y la misma emoción que el mío y de todos los que fallecieron esperando vivir esta oportunidad.
Quindío está nuevamente en la categoría “A”, categoría a la que pertenecen todos esos bravos hinchas que muy furiosos reclamaron que deportivamente este equipo era capaz de llegar a la primera categoría, hasta que los jugadores y el dueño entendieron a los aficionados. Ojalá los responsables que son los administradores les mantengan ese bien recuperado y ganado ánimo.
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