Montenegro vive hoy un momento en el que, por primera vez en mucho tiempo, la gente parece estar ganando. La reciente controversia que surgió entre la gobernación y el alcalde Gustavo Pava, por la falta de apoyo de la gobernación a las fiestas de aniversario del municipio, dejó a la luz una de las tensiones políticas que han marcado el actual periodo gubernamental.
En medio de esta disputa, Pava lanzó una afirmación que resonó fuertemente: “Es mejor tener agua que gobernador”. Una declaración que, si bien es provocadora, no deja de señalar una verdad fundamental en el contexto de Montenegro: por fin el municipio tiene agua.
En un país donde el acceso a servicios básicos como el agua potable debería ser un hecho incuestionable, Montenegro vivió durante mucho tiempo una realidad muy distinta. Para sus habitantes, abrir un grifo y no obtener nada más que aire era una situación común, un recordatorio doloroso de cómo lo esencial puede convertirse en un lujo. Que hoy el agua fluya de manera continua por las tuberías es, en sí mismo, un logro monumental, uno que no debería pasar desapercibido.
El alcalde Pava ha desempeñado un papel importante en este cambio, y es justo reconocerlo. Bajo su mandato, Montenegro ha visto cómo se resuelve una de las carencias más graves que afectaba a sus ciudadanos. Sin embargo, Pava mismo ha reconocido que este éxito no es solo suyo. Detrás de la llegada del agua hay un esfuerzo colectivo.
La Gobernación de Juan Miguel Galvis Bedoya también jugó su parte al poner en funcionamiento una planta de tratamiento, un paso crucial para que el agua llegara de manera efectiva a las casas. Además, Alejandro Guevara, gerente de la Empresa de Servicios Públicos del Quindío, EPQ, ha demostrado un compromiso extraordinario, visitando personalmente cada rincón del municipio para asegurarse de que el sistema hídrico funcione adecuadamente. Su gestión operativa ha sido fundamental para que este logro sea sostenible.
Algunos podrían argumentar que todo esto no es más que la responsabilidad básica de un gobierno en ejercicio; y tendrían razón: el acceso al agua potable no debería depender de esfuerzos extraordinarios, sino ser un derecho garantizado. Pero en un contexto de carencias históricas como el de Montenegro, la solución a este problema se siente como una conquista que no puede ni debe minimizarse.
Aunque en los corredores del poder local, las tensiones entre la alcaldía y la gobernación continúan, y las miradas hostiles y los comentarios punzantes no han cesado, lo verdaderamente importante es que el agua, el recurso más esencial para la vida cotidiana, sigue fluyendo. Esto demuestra que no es necesario que el alcalde y el gobernador sean aliados cercanos para que las cosas funcionen. Lo que cuenta es la capacidad de gestión de cada uno para que la gente, al final, sea la que gane.
“Es mejor tener agua que gobernador” es una frase poderosa, pero esta debe ser analizada a fondo, pues es evidente que el agua no hubiera llegado a Montenegro sin la intervención de ambos, lo que convierte a este en un triunfo compartido entre las dos administraciones. Al final del día, lo que Montenegro realmente necesita no es la alineación perfecta entre sus líderes, sino seguir avanzando. Lo que importa es que la gente deje de sufrir por lo esencial y que el municipio continúe creciendo; si eso significa que el alcalde y el gobernador no sean los mejores amigos, que así sea.
Montenegro tiene alcalde. Montenegro tiene gobernador y, lo más importante, Montenegro tiene agua, lo que es en sí un motivo para festejar, pues este logro representa un paso fundamental en la mejora de la calidad de vida de sus habitantes, quienes ahora pueden disfrutar de un derecho básico que durante muchos años les fue negado.
En su carta de negativa de apoyo a las fiestas, la gobernación (secretaría de Turismo, Industria y Comercio) explicó que para 2024, en su distribución presupuestal, no contó con la destinación de recursos que les permitiera apoyar al municipio de Montenegro en sus fiestas; en 2025 la historia tiene que distinta, pues entre festejar que hay agua y aguar las fiestas, ¿quién no se queda con lo primero?
Por Finito
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