La Patria Boba fue el periodo de la historia de Colombia de desunión entre criollos (federalistas y centralistas) después de que juntos habían logrado La Independencia, lo que condujo a que los españoles intentaran la Reconquista. En esa línea, el partido Liberal vive en el Quindío su propia Patria Boba, pues las decisiones de la dirección nacional, en cabeza de César Gaviria, no le han permitido unirse y han acentuado sus divisiones internas, como se vio en su reunión de entrega de avales, un acto teatral en el que muchos, la gran mayoría, abrazaron a Atilano (que recibió el aval para ser candidato a la gobernación), aunque saben que no estarán con él en las próximas elecciones.
El partido Liberal en el Quindío es solo escombros, un castillo de naipes que cayó cuando dio la noticia de la entrega de su aval para aspirar a la gobernación a alguien distante a su ideología, en este caso, Atilano Giraldo, excongresista de Cambio Radical.
Giraldo fue durante 12 años representante a la Cámara por ese movimiento, pero demostró que es un camaleón que ahora viste de rojo y que grita a los cuatro vientos su amor por el colectivo de César Gaviria. Nada más alejado de la realidad, pues en verdad le hace daño a un partido al que llegó para dividirlo, a destruirlo desde adentro.
Repasando la historia de Colombia, en una comparación con la Primera República de la Nueva Granada, conocida como la Patria Boba, periodo tras La Independencia en el cual coexistieron hostilmente las Provincias Unidas de la Nueva Granada (federalistas) y el Estado Libre de Cundinamarca (centralistas), el rojo en el Quindío hoy es un movimiento que por decisiones erradas cayó en un inútil enfrentamiento entre facciones que originó una enorme desorganización política y una anarquía entre líderes y ciudadanos en los 12 municipios.
El sábado 8 de julio, Atilano recibió el aval oficial en el Armenia Hotel, en un acto de aparente unión, lleno de una masa roja de gente que observada desde lejos parecía uniforme, pero que al ser vista desde cerca, bajo el microscopio, es evidente que está absolutamente fraccionada.
Estaba allí el diputado desilusionado que soñaba con ser gobernador, el candidato al concejo que preferiría irse, pero que se queda por actuada disciplina; y los candidatos a la alcaldía que no quieren estar con Atilano y que no estarán con Atilano, pero que fingirán apoyarlo solo para hacerle daño.
También estaba la congresista que no tiene votos, pero que se autoengaña, aferrada a una mentira; la congresista amenazante que habla de unión mientras divide con su actitud; el candidato a edil que sabe que no van para ningún lado y el ciudadano de a pie que precisamente llegó a pie para acompañar a un amigo a no sabe qué.
Unos no querían aparecer en las fotos con otros, los del fondo les huían a los de adelante, y ni el himno quiso sonar. Lo que fue pensado como un carnaval terminó convertido en un vendaval que azotó al Partido Bobo que por sus divisiones internas expone al Quindío al que podría ser el advenimiento de lo que nadie quiere: un régimen de terror, lo que en la historia de Colombia siguió a la Patria Boba y fue bautizado como la Reconquista.
GS Oliver
Comunicador social – periodista
Director www.finito.pro
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