Nada más peligroso que un incendio en una bomba de gasolina. Y sucedió ayer martes hacia las 3:30 de la tarde en la estación de servicio Oro Negro, en el norte de Armenia, mientras decenas de vehículos y motocicletas hacían fila para aprovisionarse de combustible.
Uno de los despachadores de la estación Oro Negro vendió a un cliente un par de pimpinas de gasolina. El cliente se retiró y notó que una de ellas goteaba y trató, con toda la irresponsabilidad que le asistía, de derretir el plástico de la propia pimpina para sellar la porosidad del envase, haciéndolo con fuego de una ‘candela o encendedor’. Como era lógico, hubo un estallido y una enorme llamarada a pocos metros de las cuatro bahías donde se servía combustible a por lo menos 8 vehículos.
La oportuna acción de los empleados de la propia bomba para cerrar todas las llaves de despacho de combustible, por un lado, y acudir a los extintores que tenían a mano, lograron apagar las llamas en instantes. Los bomberos llegaron al sitio, inspeccionaron el lugar y entregaron recomendaciones a los empleados de la estación de servicio.
A pocos metros del sitio donde se presentó el conato, llegó, unos diez minutos después, el carrotanque transportador del combustible, dispuesto en ese lugar para descargar la gasolina de su contenido. Expertos en seguridad de este tipo de lugares dijeron que, si el conato se hubiera presentado en el momento del descargue de la gasolina por parte del carrotanque, las consecuencias hubieran sido catastróficas.
Por seguridad, en este tipo de estaciones de gasolina está prohibido llenar y vender pimpinas, usar candelas, cigarrillos y teléfonos celulares. Sin embargo, en esta estación de Oro Negro nada de eso se respeta. Diversas denuncias fueron recibidas por la cantidad de personas que en ese mismo momento, mientras se presentó el incendio, hablaban o conversaban por celular, en las propias narices de los surtidores de la gasolina.
También se denunció la existencia de una tienda ventanilla donde se vende y se consume licor, dentro de la estación de gasolina, lo que implica tener personas prendiendo cigarrillos y embriagándose, lo que genera un peligro por la pérdida de los cinco sentidos de las personas con el licor.
En el momento del incendio, y después, no había ningún control por parte de las autoridades. Ni presencia de la alcaldía de Armenia, ni de organismos de socorro, cuando en la fila para el aprovisionamiento había cerca de 150 vehículos y un número similar de motocicletas.
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