Es de esas mujeres berraquitas que no le tiene miedo a nada. Samanta Hernández es una emprendedora que la supo guerrear en una ciudad diferente a la suya. Nació en Barquisimeto, Venezuela, pero gran parte de su vida estuvo en Maracaibo. Después de ahí fue Medellín la ciudad escogida para sacar adelante su exitoso emprendimiento, hoy llamado Hands Made Crochet (@handsmadecrochet en Instagram).
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Vendió maní en los semáforos
Por la crisis en Venezuela, Samanta decidió llegar a Medellín para el rebusque. “Estuve en los semáforos y calles vendiendo maní porque tenía que sacar adelante a mi hija. Fueron momentos muy duros, pero no me quedé quieta”, comenta Samanta.
En el 2020 cuando apareció la pandemia también llegó una depresión que quiso derrumbarla. Aún así, esta mujer emprendedora se refugió en el tejido y el crochet para entretener su mente, sin imaginar que ahí estaría su proyecto de vida. “Fui tejiendo y creando bolsos, canastas, tapetes y otras artesanías que las iba mostrando en mis redes sociales. La gente expresaba su gusto por los productos y los pedía muy seguido, así que me comenzó a ir bien por este lado”.
El negocio fue creciendo y Samanta, quien antes se desempeñaba como modelo en su país, comenzó a montar su empresa. En 2021 ganó 10 millones de pesos en Capital Semilla de la Alcaldía de Medellín, platica que la impulsó a invertir en este emprendimiento.
“Actualmente estoy enfocada en los bolsos y doy clases de tejido a mujeres, tanto en Colombia como en Venezuela. En el momento tengo cerca de 900 alumnas y 5 colaboradores en mi empresa”, expresa Samanta.
El momento para expandirse
También fue gracias a Usaid y a su proyecto de Oportunidades sin Fronteras que Samanta pudo realizar sus sueños. “Medellín es una ciudad de puertas abiertas donde encontré todo para salir adelante. Además de las personas que son autoridad en el tema como Usaid, donde me fui guiando para crear este emprendimiento”, asegura Samanta.
Y como ella no se queda quieta, en Maracaibo montó una tienda de insumos llamada La Casa del Crochet, donde las personas van, tejen, se toman un café y hacen algo productivo en el día.
“Además, se distraen y dejan la depresión y ansiedad a un lado. A mí me funcionó y sé que a otras personas también les puede servir esta terapia”. Próximamente, la empresaria inaugurará un coworking en Barquisimeto, también enfocado en este tema del tejido.
Uy, Samanta, qué mujer tan berraquita que sos.
900 alumnas tiene Samanta Hernández, quienes aprenden sobre tejidos y crochet.
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