El 4 de octubre de 1801 los científicos alemanes Alexander Von Humboldt y Bonpland hicieron tránsito por el paso del Quindío, rumbo a Popayán.
«Después de trepar la cuesta oriental dejan atrás tambos como los denominados el Moral, las quebrada Azufral y Aguas Calientes, Toche, Alto de Tres Cruces, la Ceja, Gallegos, Volcancitos y la Garita del páramo. Enseguida, emprendieron la bajada del costado occidental, pasando por río Quindío en Boquía, alto del Roble, Portachuelo, Buenavista, la Balsa, Piedras de Moler y finalmente Cartago.
Por recomendación de Mutis —quien despachara desde Santa Fe un “chasqui” a Ibagué con la encomienda de que los científicos acopiaran unas muestras de minerales de cinabrio—, que en su herbolario Roque Gutiérrez había recogido en el Quindío.
Los científicos en mención acamparon por espacio de cuatro días en el hermoso valle de Boquía, en un rancho construido con dos horquetas clavadas en tierra, a la altura de un hombre y un palo atravesado, trenzados con bejucos y cubiertos con hojas bijao que cargaban los peones enrolladas como pliegos de papel junto con las petacas y baúles, fue su cobijo. Un poco más ancha que el tamaño de un hombre y tan larga que pudiera ser ocupada por seis personas para dormir, quedaba muy bien cubierta con veinte hojas.
En una de estas rancherías en Boquía se instalaron Humboldt y Bonpland el 3 de octubre y desde allí realizaron exploraciones que describe el lugar y buscó las fuentes de cinabrio indicadas por el emisario de Mutis. En su estadía, Humboldt recogió mariposas, las cuales cedió después a la Sociedad Linneana de Londres.
Humboldt se maravilló por la frescura y pureza del agua de las fuentes aledañas al camino. Los viajeros le atribuían propiedades curativas
Por Álvaro Hernando Camargo Bonilla.
Licenciado en Ciencias Sociales Universidad del Quindío.
Especialista en Docencia,Miembro de Número de la Academia de Historia del Quindío