La gobernación del Quindío, en su programa de estímulos al arte, otorgó al escritor e historiador Jaime Lopera Gutiérrez el Premio Vida y Obra del departamento del Quindío. La decisión se tomó por unanimidad del jurado y fue publicada a través de una resolución donde se entregan todos los premios de la convocatoria.
Jaime Lopera es el único quindiano que tuvo el privilegio de trabajar con el nobel de literatura Gabriel García Márquez, precisamente haciendo periodismo en la Agencia de Noticias Prensa Latina.
Jaime Lopera con el nobel Gabriel García Márquez, en 1961, cuando laboraban juntos en Prensa Latina. Esto fue lo que escribió en la foto García Márquez: Este soy yo con cuate Lopera, quien quiere aprender a escribir cuentos. Gabriel García Márquez, octubre 21 de 1961.
Comenzó como reportero y ‘cargaladrillos’ en los periódicos La Calle y La Nueva Prensa, y luego en la revista Semana. Hizo crítica de cine y crítica literaria en las revistas Guiones, Eco y Pluma, y escribió en casi todos los suplementos literarios de los grandes periódicos colombianos. “Todavía no logro ser escritor, pero intento. Añoro una novela, pero se me escurre por los dedos cuando lo pruebo”, nos dice Lopera cuando habla de literatura.
En 1986, cuando Calarcá, su pueblo, cumplió los primeros 100 años de fundación, publicó el libro La Colonización del Quindío, que recoge la historia de una época de la región, en el siglo XIX, pero especialmente los principales episodios de la creación de Calarcá.
Su libro más exitoso es La culpa es de la vaca, pues ya tiene en el mercado más de 150.000 ejemplares, sin contar las ediciones piratas. Ha sido traducido a varios idiomas, incluyendo el ruso.
Jaime Lopera dice que es calarqueño, pero caldense, y eso lo hace un hombre de dos mundos geográficos. Al principio de todas sus cosas, fue político. “Me di cuenta del aroma de la política cuando pensé que yo podía arrimar el hombro a una revolución mientras seguíamos los pasos de Sartre, Baran y Camus. Pasada esta etapa juvenil, me hice empleado y luego consultor de empresas.
Pero después, la literatura que ya lo había picado, lo puso en su verdadero sitio. “Almorcé un día con Augusto Monterroso, el famoso cuentista guatemalteco, y él me ayudó a vivir la literatura de un modo nuevo con su humor y gracia”. La política no quedó rezagada, sino depurada. “Aún conservo la esperanza de que la equidad social pueda ser una perspectiva de cambio y me seguiré ocupando de ella con los recursos de la pluma que aún me quedan. Mi lucha por la pureza electoral no ha dado tregua”.
Muchos años de su vida los pasó en Bogotá, donde ejerció varios cargos y actividades como consultor empresarial. Volvió a su tierra, el Quindío, en 1982, nombrado gobernador del departamento por el expresidente Belisario Betancur. Después de este ejercicio, prácticamente abandonó la política. “Como las prácticas clientelistas de la política diaria exigían ciertas concesiones que mi ética rechazaba, entonces escogí hablar de Política con mayúsculas y eludir la politiquería. Por fortuna, una vez que uno se pone de acuerdo con los libros ellos le ayudan a ver otros mundos y de esa manera nuevos pensamientos estéticos empezaron a habitar en mi espíritu”.
Ha publicado varios libros, entre los que se cuentan:
- La culpa es de la vaca, para lideres. …
- El pez grande se come al lento. …
- La vaca sin culpa. …
- La carta a García y otras parábolas del éxito. …
- El lado humano del conflicto. …
- La culpa es de la vaca para niños. …
- Saque al tiburón de su pecera.
- Perorata (cuentos)
- Minotauro insólito (cuentos)
- El Copulario (cuentos)
- Postigos (ensayos literarios), entre otros
Lopera es de los pocos intelectuales reales que existen en el Quindío, según lo dicen sus propios compañeros de la Académica de Historia. Es uno de los creadores de la Biblioteca de Autores Quindianos, donde también ha publicado varios textos de historia.
El Tesoro
Durante varios años, Lopera se desempeñó como presidente de la Academia de Historia del Quindío, desde donde lideró la ‘batalla’, por la repatriación del denominado Tesoro de los Quimbaya, o Colección Quimbaya, que yace desde 1892 en un museo en Madrid España. Ese tesoro, compuesto por 122 piezas de oro, elaborado por la tradición Quimbaya y hallado en una tumba indígena en 1889 en el sitio La Soledad, en el hoy municipio de Quimbaya, fue donado por el presidente colombiano Carlos Holguín Mallarino, sin autorización del Congreso de la República, a la reina regente de España María Cristina de Habsburgo en el año de 1893.
Lopera propuso e impulsó una demanda legal para obligar al gobierno colombiano a que reclamara oficialmente el Tesoro de los Quimbaya a España, logrando, a través de varios abogados, que la Corte Constitucional se pronunciara a favor de este reclamo, pero el gobierno aún no ha cumplido con dicha sentencia.
Su vida ha sido un caminar constante por la literatura y la historia, con algunos ‘deslices’ en la política. Como todo ser humano, Jaime Lopera sigue pensando en la política como la esencia de la vida comunitaria. “Sin ella, que es la suma de muchos consensos públicos, no existiría una sociedad equilibrada, ni la democracia, ni el agua, ni la energía, ni la educación siquiera. Pero la ausencia de esa Política con mayúsculas equivale a permitir el autoritarismo, ese dedo que usan los déspotas enanos para eliminar nuestra libertad”.
Así mismo, Lopera Gutiérrez, a sus 84 años sigue pensando en los libros: “La literatura estimula las energías de nuestra imaginación y provee de belleza y de reflexión a los duros instantes de nuestra vida cotidiana. Una bella metáfora, insertada en un poema largo, ella sola es la innovación hecha carne”.
Merecido homenaje se le hace a Jaime Lopera con el Premio a Vida y Obra del departamento del Quindío, cuya ceremonia de entrega oficial no se ha programado, aunque ya le entregaron lo prometido en la bolsa económica de la convocatoria, dineros del cual destinó una parte para el Encuentro de Escritores Luis Vidales, otra para la Academia de Historia del Quindío, y, desde luego, dejó algo en su bolsillo para los gastos de whisky y tabaco habanero que lo inspiran en las noches de viento en estos riscos del Quindío al lado de su esposa y compañera de jornadas literarias Martha Inés Bernal.