Por Roberto Restrepo Ramírez.
Quimbaya se apresta a celebrar sus primeros cien años de erección municipal, desde que a principios de abril de 1922 la Asamblea de Caldas lo elevara a la categoría de municipio.
En el proceso de colonización y fundación de pueblos del centro de Colombia se destacó la tendencia toponímica de colocar nombres del extranjero a los caseríos recién creados. Circasia, Salento, Génova, y hasta el mismo Armenia, son algunos ejemplos que corresponden a esa nominación y costumbre extranjerizantes. En 1914, cuando se constituyó la Junta Pobladora de un enclave recién instalado, en el sitio llamado «La Soledad» de Filandia los vecinos adoptaron, para denominar al nuevo corregimiento, el nombre de Alejandría, evocando la biblioteca antigua de la Humanidad. Se iniciaba, entonces el proceso fundacional de lo que es hoy el municipio próspero de Quimbaya.
En 1922, cuando la Duma Departamental de Caldas dio vida a la municipalización de la nueva localidad de Caldas – segregándola de Filandia – se destacan dos fechas en ese proceso. El 3 y el 5 de abril. La primera es de enorme importancia, porque en ese recinto legislativo se debatió el nombre del nuevo municipio. Fue algo que días después fue considerado como un despropósito por los pobladores de Alejandría. Esto ocurrió en razón a que los habitantes consideraron se les había ignorado en la asignación del nombre oficial. Los Diputados habían escogido la propuesta de uno de sus miembros, en el sentido de rendirle un homenaje a los antiguos pobladores prehispánicos del territorio. El nombre que algunos tratadistas de la época lo relacionaban con la histórica Provincia Quimbaya. Eso también lo había hecho en su obra el historiador Ernesto Restrepo Tirado. El mismo personaje que, con su padre Vicente Restrepo, había intervenido en la adquisición y posterior exhibición en España, en 1892, del icónico conjunto orfebre llamado el Tesoro Quimbaya.
Pero si hubiese estado en la potestad de los habitantes, nunca se hubiera escogido el nombre de Quimbaya. Antes de llamarse Alejandría había un consenso entre los provincianos por denominar a ese terreno como «La Soledad». Todos llamaban a esa explanada donde hoy está Quimbaya con ese nombre asignado por los guaqueros. Era el más popular, así como existían otros parajes con los nombres de Pueblo Tapao, El Cacique, Canceles o el Pueblo del Muerto. Lo cierto es que «La Soledad» y las ya citadas denominaciones estaban relacionadas con las características de las tumbas indígenas saqueadas o por la descripción de los sitios donde habían reposado esos yacimientos arqueológicos durante siglos. Esta costumbre oronímica se conoce también como la toponimia descriptiva. Incluso el nombre de otro corregimiento de Filandia, también creado en 1914, el caserío de Pueblo Rico, obedece a tal situación. Pues en ese lugar, que hoy es una vereda de Quimbaya en límites con Montenegro, se encontraron muchos ajuares de oro en las tumbas precolombinas saqueadas. Se repetía entonces la experiencia del corregimiento de Pueblo Rico, en Neira,( departamento de Caldas,) que en el año de 1840 había sido explorado por la guaquería, en pleno proceso de la colonización antioqueña y su avanzada hacia las regiones del sur.
Se colige que «La Soledad” se llamó así por el hallazgo de objetos de oro y cerámica en las sepulturas indígenas, que tenían conformación organológica musical – como flautas o silbatos – y que, al ser soplados sus orificios, emitían sonidos parecidos a los cantos de las aves solitarias del entorno geográfico.
Nunca se contempló colocar el nombre Quimbaya por parte de sus habitantes tradicionales. Incluso se supo que se pusieron en consideración otros nombres. Se consideraba denigrante llamarse como los indígenas originarios del territorio. Llama la atención que en el libro escrito por don Luis Arango Cardona, titulado » RECUERDOS DE LA GUAQUERÍA EN EL QUINDÍO – en su segunda parte publicada en 1924 – tampoco se menciona ese término. Al contrario, siempre se le llamó como «La Soledad”. Don Luis, que había sido guaquero, empieza a describir los hallazgos en Quimbaya solo en la publicación de un suplemento de la obra, desde el año 1941.
Lo más llamativo de estas facetas históricas son las reacciones que se dieron, tanto en 1914 como en 1922.
Sobre el corregimiento y su cambio de nombre, en 1914, el economista e historiador Gonzalo Alberto Valencia Barrera trae a colación el testimonio de uno de los fundadores, don Sandalio Echeverri Morales, quien relata los pormenores de los inicios de la fundación y de la municipalización de Alejandría(1):
«…En el año 1910 en mi casa paterna, vereda La Soledad, algunos señores guaqueros y otros propietarios, entre ellos mi papá, conversaban, decían y proyectaban fundar un pueblo, dicho pueblo lo pensaban hacer en una hermosa planada, que hoy está en cafetal y es propiedad de los señores Roberto Camacho y Salvador Torres, ¿y por qué ahí?, porque ahí hubo un gran pueblo de guaquería muy rico llamado La Soledad y que tuvo fama mundial…… Después de los trazos le dieron el nombre de Alejandría, nombre que tuvo hasta un día, en que le erigieron municipio y le dieron el nombre de QUIMBAYA, que dolió mucho a sus socios, pues decían que nosotros somos gente civilizada y no indios Quimbaya…».
Es claro el sentimiento de rechazo a la asignación toponímica, en este caso de un poblador raso de Quimbaya. La impresión de otras personas más letradas también la mencionó otro autor en su primera obra escrita. Don Hugo Galvis Valenzuela nos recuerda que en la Asamblea Departamental de Caldas, aquel 3 de abril de 1922, se presentaron otros nombres a consideración, además del tradicional Alejandría.Fueron ellos los de Bolívar, Andalucía y Lorena. Sin embargo se impuso la tesis del diputado Carlos Jaramillo Isaza, quien propuso el nombre vernáculo indígena en homenaje a los quimbayas históricos que habían encontrado los españoles en el siglo XVI, lo que fue aprobado en tercer debate.(2).
La otra fecha a celebrar es la del 5 de abril. En efecto, a partir de la ordenanza número 26 de ese día de 1922 se creó el municipio de Quimbaya con los corregimientos de Pueblo Rico y Alejandría,con cabecera en este último.
No obstante, y tal cual lo menciona el escritor Carlos Aurelio González Restrepo en una de sus obras escritas, «el hecho suscitó durante los meses y años siguientes todo tipo de oposiciones por parte de un sector importante de la población, que no consideraba un honor llamarse de esta manera y que luchó por cambiarlo por la denominación de Bolivia»(3).
Tal propuesta fue hecha en 1927 a la Asamblea Departamental de Caldas, pues así se le rendía homenaje a Simón Bolívar y para conmemorar el primer centenario de la muerte del Libertador. Pero la iniciativa fue negada por la Duma de Caldas.
Se recordaba así la tendencia de principios de siglo, al colocar nombres de países del extranjero a los parajes. Y como lo había propuesto en 1914 un habitante llamado Guillermo González de Greiff, quien propuso el nombre de Alejandría y a quien el poeta quimbayuno Bernardo Pareja señaló como un «descendiente de inmigrantes nórdicos».
Tardó mucho tiempo para que los pobladores de Quimbaya hicieran conciencia sobre la importancia patrimonial de su nombre. Solo a principios del siglo XX, con la entronización de la escultura del poporo Quimbaya de las cuatro esferas en una de sus avenidas principales, se logró que el propósito de su autor, el escultor Mario Marín Urrea, se extendiera como factor de identidad al resto de pobladores.
Aunque existe todavía un bache en el abordaje de la conciencia identitaria. El tema del Tesoro Quimbaya no es aún un asunto de internalización dentro de la mentalidad de los quimbayunos. Es un tema histórico y desconocido por muchos. Se espera, entonces, que con los nuevos murales, plasmados por un colectivo de jóvenes pintores en el Centro Cultural de Artistas, se afiance aún más el orgullo del nombre del municipio, Allí, las imágenes de los poporos antropomorfos del Tesoro Quimbaya, que ahora está en España, nos deben recordar que ellos deben retornar a la tierra donde fueron depositados como ofrendas sagradas hace más de 2500 años.
BIBLIOGRAFÍA.
(1). Valencia Barrera, Gonzalo Alberto.»RELATOS, FUNDACIONES Y PRIMERAS DESCRIPCIONES DE LOS PUEBLOS DEL QUINDIO.Biblioteca de Autores Quindianos.Editorial Torre de Palabras.Armenia.2019.
(2).Galvis Valenzuela,Hugo.»QUIMBAYA:LA TRIBU,LA FUNDACIÓN,LA CIUDAD». Editorial Quingraficas.Armenia.1982.
(3) González Restrepo, Carlos Aurelio.»ARCILLA FECUNDA DE MI QUIMBAYA». Ediciones Cátedra Cultural.Montenegro,1918