viernes, septiembre 27, 2024

IMÁGENES SENSIBLES: “¡Ay, mi niña! ¿Por qué me la mató?”

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Fueron solo 30 segundos los que los sepultureros tuvieron abierto el ataúd donde estaba Vanesa. En ese tiempo Diana María Ríos Rodríguez se quebró y le preguntó a Dios ¿por qué le había arrebatado la vida a su niña? /FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.

Eran las 4:00 de la tarde del domingo, 28 de mayo de 2017, cuando Diana María Ríos Rodríguez pudo acariciar por última vez a su hija, Vanesa Marulanda Ríos. Lo hizo con los ojos encharcados, mientras le daba un beso en una de las mejillas. Desde entonces solo la volvió a ver en fotos.

El cuerpo de su niña, como la llamaba, fue ingresado a la bóveda 32 1010 de la galería San Marcos, en el cementerio San Pedro, de Medellín.

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El cadáver estuvo allí casi 5 años, hasta el pasado miércoles, 16 de marzo, día en el que la exhumaron y su mamá pudo acariciarla nuevamente.

La exhumación del cadáver de Vanesa se realizó a las 11:10 de la mañana del miércoles, 16 de marzo de 2017. /FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.

“¡Ay, mi niña! ¿Por qué me la mató? ¿Por qué me hizo un daño tan grande?”, fue uno de los gritos desgarradores de Diana cuando 2 sepultureros sacaron el ataúd y lo destaparon porque la madre así lo pidió; quería volver a ver a su hija.

La imagen erizó la piel y, por supuesto, hubo lágrimas entre quienes la estaban acompañando en ese reencuentro con Vanesa.

Diana se inclinó y posó la palma de su mano derecha en el cráneo de su niña. Luego la acarició sobre la camiseta del DIM con la que fue sepultada. “¡Señor, no entiendo! ¡Señor, te llevaste mis 2 angelitos!”, volvió a sollozar.

La joven murió a los 18 años de edad el 26 de mayo de 2017, tras recibir un disparo en el cuello. Estaba embarazada.

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Paradójicamente cuando a ella la estaban sepultando, su bebé luchaba contra la muerte; el pequeño nació cuando a Vanesa la llevaron malherida a un hospital. Llegó al mundo de manera prematura, apenas con 6 meses de gestación.

Tras el ataque a su mamá, los médicos lograron mantenerlo vivo durante 7 días, estando intubado y conectado a un montón de aparatos. Pero la primera batalla terrenal del pequeño Moisés terminó perdiéndola el 1.° de junio de ese año.

“Que se haga justicia y así descansa uno”

Diana junto a su otro hijo, Jhon Alexánder Mora Ríos, de 17 años; su compañero sentimental, Carlos Andrés Estrada Arias; el papá de Vanesa, Luis Fernán Marulanda Torres, y otras personas cercanas a esta humilde familia llevan 1760 días añorando “que se haga justicia”.

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Paradójicamente las autoridades no han sido efectivas, como, por ejemplo, sí pasó recientemente tras el asesinato del papá del rector de la Universidad CES, Jorge Julián Osorio.

A José Octavio Osorio Urrea, de 94 años, lo mataron a puñaladas el pasado 11 de marzo durante un robo a su casa en Laureles. No hubo capturas en flagrancia, pero el ritmo de las pesquisas fue tan acelerado que 5 días después fueron arrestados 2 hombres, por lo que la Fiscalía informó: “En tiempo récord se esclarece homicidio de padre del rector de reconocida universidad de Medellín”.

El caso de Vanesa tiene un contexto muy diferente: recibió un balazo en el cuello en la pequeña habitación de un cuarto piso donde vivía con su pareja, en un inquilinato ubicado en Niquitao. Además, su familia es humilde y de escasos recursos.

Su muerte está configurada en los expedientes de la Fiscalía como “presunto homicidio”, pero, a pesar de que han pasado casi 5 años, es prácticamente nulo el avance en la investigación.

Está en etapa de indagación y no se ha solicitado una sola orden de captura, según pudo establecer Q’HUBO averiguando en la Rama Judicial. El proceso está a cargo del fiscal 98 Seccional, Carlos Alberto Uribe Peláez, delegado ante Jueces Penales del Circuito y adscrito a la Unidad de Vida.

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Q’HUBO intentó obtener respuestas sobre este caso con la Fiscalía, pero hasta el cierre de edición no se habían pronunciado.

“Que se haga justicia y así descansa uno. De eso se trata la justicia, que da un toque de paz. El día del crimen cogieron al desgraciado que la mató y no pasó nada”.

Carlos Andrés, compañero sentimental de Diana.

Diana y sus familiares están convencidos que detrás de la muerte de Vanesa está el hombre con el que convivía, Luis Fernando Guerra Arcila, pero contra él no hay un requerimiento judicial.

Aseguraron que la maltrataba y amenazaba constantemente. Él fue una de las 3 personas que el 26 de mayo de 2017 fueron capturadas en el inquilinato, aunque rápidamente quedaron libres.

Eso es una mera hipótesis porque ni a Nando ni a otra persona han vinculado oficialmente como presunto autor del crimen, por lo que Diana y sus allegados están convencidos que “la justicia de acá no sirve para nada”.

Luis Fernando Guerra Arcila era el compañero sentimental de Vanesa

Por la época en la que Vanesa perdió la vida, su compañero sentimental, al parecer, vendía estupefacientes en los alrededores del sector donde ocurrió el crimen.

Un mes antes del asesinato, a la 1:00 de la madrugada del 23 de abril de 2017, Luis Fernando Guerra Arcila o Nando (foto), como lo apodan, fue capturado por policías del cuadrante en vía pública de El Palo con El Huevo, en el centro de Medellín. Lo requisaron y le hallaron en su pantalón 18 papeletas que contenían 6 gramos de perico o base de cocaína.

Sin embargo, en las audiencias preliminares el fiscal 28 local adscrito a la URI, Juan Esteban Gallego Restrepo, solicitó la legalización de captura y le imputó cargos por el delito de tráfico de estupefacientes, pero se abstuvo de pedirle al juez que le impusiera una medida de aseguramiento argumentando que “no se reunían requisitos subjetivos, es decir, constitucionales, legales” para privarlo de la libertad.

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Guerra tiene un antecedente condenatorio por el delito de tentativa de hurto. El 11 de mayo de 2016 fue sentenciado a 12 meses de prisión, aunque le concedieron el beneficio de casa por cárcel.

Su relación con el mundo del hampa tiene más historia. El 10 de diciembre de 2014 también había sido detenido por tráfico de estupefacientes, pero el fiscal encargado de la judicialización se abstuvo incluso de imputarle cargos y lo dejaron libre. Dos años después el proceso concluyó por petición del ente investigador.

Él es la persona que, según los parientes de la víctima, acabó con la existencia de la mujer que aseguró amar y, de paso, con la vida del hijo que esperaban.

Cinco años de impunidad

Pasadas las 2:00 de la tarde del viernes, 26 de mayo de 2017, el compañero sentimental de Vanesa salió corriendo de un inquilinato donde vivían. La llevaba en brazos, semidesnuda y cubierta de sangre por una herida de bala en el cuello.

La montó a un taxi que los trasladó al Hospital General, donde se registró el deceso de la joven y los médicos pudieron mantener con vida por una semana al bebé que ella esperaba.

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Según una entrevista que le hizo Q’HUBO al taxista ese día, “la mujer estaba con el torso desnudo y toda ensangrentada. Así la montaron al taxi y me dijeron que la llevara a un hospital. Decidí llevarla al General, que era el más cercano. En el camino, el compañero sentimental le decía que lo perdonara por todo”.

Hoy revivimos, en imágenes, lo que pasó en aquella ocasión y parte de lo que ha sido la vida de la familia de Vanesa en medio de un drama que no terminó con su exhumación. Ellos claman por justicia.

Regresó al inquilinato

Tras dejar a Vanesa echada a su suerte en el Hospital General de Medellín, Luis Fernando Guerra Arcila o Nando (foto) regresó al inquilinato donde vivían, en la carrera 45A # 44-13. Allí residían hace aproximadamente 4 meses, aseguraron los vecinos en ese momento.

Al sitio también arribaron policías para realizar las labores de inspección técnica a la escena del crimen.
Los investigadores revisaron hasta en el techo
para intentar encontrar el arma de donde salió la bala que le causó la muerte a Vanesa, pero no la hallaron.

“La última vez que busqué al fiscal fue en diciembre. No he visto avance en nada. El decir de él es que está en investigación, que hay una bala (vainilla), pero ¿que ganan con una bala?”, expresó Diana, la mamá de la joven que falleció.

Los capturaron, pero…

Mientras los peritos inspeccionaban el edificio y la habitación del cuarto piso donde Vanesa recibió el balazo, 3 hombres fueron detenidos para ser conducidos a un laboratorio de criminalística.

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A todos les cubrieron las manos con bolsas de papel y cinta, para preservar posibles rastros de pólvora de arma de fuego. Sin embargo, el resultado no permitió dejarlos privados de la libertad y horas más tarde volvieron a la calle.

Los detenidos fueron Luis Fernando Guerra Arcila, compañero sentimental de Vanesa; un sujeto llamado Nicolás (foto) y otro conocido con el alias del Costeño.

Estuvo vivo solo una semana

Diana recuerda de la siguiente manera el momento en que preguntó por el estado de salud de su hija en el Hospital General: “La enfermera me dijo que a ella le dieron prioridad y la entraron cirugía y la rajaron de una. La estaban reviviendo mientras le sacaban el bebé, pero cuando se lo sacaron ella inmediatamente murió”.

Moisés Marulanda Ríos (foto), como iban a registrar y bautizar al pequeño, batalló contra la muerte durante 8 días, aunque no logró ganarle y falleció el 1.° de junio de 2017.

Los restos de este angelito fueron exhumados a finales de 2021 en el cementerio San Pedro y hoy reposan, junto a las cenizas de su mamá, en un osario de la parroquia Nuestra Señora de Loreto, en Medellín.

Cinco años de dolor

El pasado miércoles, 16 de marzo, Diana vivió otro duro episodio en esta historia de dolor (ver páginas 4 y 5). Con la exhumación del cuerpo de Vanesa cerró un ciclo, el de visitar constantemente la tumba de su hija para conectarse más con su recuerdo.

“Me he pegado mucho de Dios, que me ha dado la fortaleza para seguir adelante; no ha sido fácil. Las fotos de ella no las tengo pegadas en la casa para que mis niños no sufran, ellos lloran mucho. Yo las tengo guardadas. A mí me mataron, me quitaron la mitad de mi vida”, narró.

Vanesa dejó 2 niños: Emanuel, que hoy tiene 8 años, y Samuel, de 6. Ellos no son hijos de Nando, quien era su compañero sentimental cuando murió.

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