Policías especializados en protección a la niñez estarán presentes en las zonas de mayor afluencia para atender cualquier caso.
Con motivo de la celebración del «Día Dulce» de los niños este 31 de octubre, la Policía Nacional ha desplegado un dispositivo especial. En Antioquia, se han intensificado las acciones de prevención en establecimientos comerciales y lugares públicos donde se espera una gran afluencia de niños.
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Durante este 31 de octubre, policías especializados en protección a la niñez estarán presentes en las zonas de mayor afluencia para atender cualquier caso que pueda poner en riesgo los derechos de los niños, niñas y adolescentes.
Así lo confirmó el coronel Luis Fernando Muñoz Guzmán, comandante Departamento de Policía Antioquia
Recomendaciones para los padres:
La Policía Nacional hace un llamado a los padres de familia para que tengan en cuenta las siguientes recomendaciones:
Supervisión constante: No dejar solos a los niños en lugares concurridos como centros comerciales, parques y vías públicas.
Identificación: Elaborar una tarjeta o carnet con el nombre del niño, dirección y teléfono de los padres para facilitar su localización en caso de extravío.
Cuidado al caminar: Llevar a los niños de la mano, especialmente en cruces vehiculares y lugares de alta afluencia.
Precaución con los dulces: Verificar que los niños no reciban dulces o alimentos de personas desconocidas, ya que podrían estar en mal estado o contener sustancias peligrosas.
Evitar elementos peligrosos: No permitir el uso de elementos contundentes como espadas, bastones o máscaras que puedan afectar la visibilidad de los niños.
Planear la ruta: Establecer una ruta de desplazamiento por sectores conocidos y de confianza.
Ante cualquier situación anómala que involucre a niños, niñas y adolescentes, se recomienda informar a la línea 141 del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar o a la línea de emergencias 123.
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Historia de la Mafia: La historia de alias “Popeye” en la sombra de Pablo Escobar
En la madrugada del 6 de febrero del año 2020, la sombra de Pablo Escobar se alargó un poco más con la partida de uno de sus lugartenientes más fieles: Jhon Jairo Velásquez, alias «Popeye». El hombre que fuera el brazo armado del Cartel de Medellín y protagonista de innumerables crímenes, sucumbió a un cáncer terminal al esófago, poniendo fin a una vida marcada por la violencia y la polémica.
Entre las víctimas más conocidas de Popeye, uno de los hombres de confianza y mano derecha de Pablo Escobar, fue el procurador general de la Nación, Carlos Mauro Hoyos, quien fue secuestrado y asesinado en enero de 1988 por orden directa de Velásquez. Además de Hoyos, numerosas figuras públicas cayeron bajo las balas de Popeye.
Otro de los crímenes resonantes se encuentran el secuestro del entonces candidato a la alcaldía de Bogotá, Andrés Pastrana Arango, quien años más tarde llegaría a ser Presidente de la República; igualmente estuvo bajo la sombra del secuestro del periodista Francisco Santos.
Además, reveló su participación en el asesinato del comandante de la policía de Antioquia, coronel Valdemar Franklin Quintero, y del carismático candidato presidencial Luis Carlos Galán, confesando haber suministrado el arma utilizada en este último magnicidio
Uno de los crímenes más atroces atribuidos a Popeye fue el atentado contra el vuelo 203 de Avianca en noviembre de 1989. En este ataque terrorista, un avión comercial fue derribado con una bomba, causando la muerte de 110 personas. Este hecho marcó un antes y un después en la lucha contra el narcotráfico en Colombia y conmocionó al mundo entero.
Este hombre, cuyo nombre ha quedado inscrito en los anales de la infamia, reconoció su papel dentro del cartel como un mando de alto rango, pero no el más alto. Por encima de él se alzaban figuras como ‘Pinina’, ‘El Chopo’, ‘El Mugre’ y ‘El Arete’, quienes ostentaban un poder aún mayor en el escalafón de la muerte. Con una frialdad escalofriante.
A pesar de confesar numerosos crímenes, Popeye logró evadir la justicia durante varios años y se convirtió en una figura mediática. Su arrepentimiento público y su canal de YouTube le permitieron construir una nueva imagen, pero no lograron borrar las huellas de su pasado.
La muerte de «Popeye» es un recordatorio de que el pasado siempre regresa, y que las heridas del narcotráfico tardan mucho en cicatrizar. Sin embargo, también es una oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido y construir un futuro más justo y equitativo.