Este árbol, que ha sido testigo silencioso del paso de los años, es más que un simple elemento del paisaje; es un símbolo de unión y tradición para la comunidad.
Noticias Valle del Cauca.
En el norte del Valle del Cauca, Alcalá es un municipio que no solo destaca por su historia y su gente, sino también por su profundo vínculo con la naturaleza. Cada año, durante el mes de noviembre, este encantador pueblo se llena de vida con las Fiestas del Retorno y del Samán, una celebración que tiene como epicentro un imponente árbol de samán ubicado en el parque principal.
Este árbol, que ha sido testigo silencioso del paso de los años, es más que un simple elemento del paisaje; es un símbolo de unión y tradición para la comunidad.
Las fiestas son un punto de encuentro para los habitantes locales y aquellos que, tras vivir lejos, regresan a su tierra natal.
Desfiles coloridos, presentaciones culturales, música y una serie de actividades festivas giran en torno a este árbol centenario, cuya sombra ha albergado innumerables historias.
Alcalá y el samán, historia inseparable
Alcalá, fundado en 1791, ha tenido otros nombres en el pasado, como Furatena y La Balsa, pero es bajo el actual donde ha florecido un respeto profundo por la naturaleza, representado en su emblemático samán.
En noviembre, el día 14, se lleva a cabo una celebración especial en honor a este árbol, que cumple 107 años desde su plantación.
Esta festividad no solo conmemora el aniversario del samán, sino que también resalta la importancia de proteger el patrimonio natural del municipio.
Los habitantes se reúnen para una vigilia donde el samán, declarado patrimonio, se convierte en el protagonista de una noche llena de luces y emociones, mientras se renueva el compromiso de preservar la historia y la naturaleza de Alcalá.
El gran samán es un símbolo vivo de la historia, la cultura y la unión de un pueblo que encuentra en la naturaleza un motivo de orgullo.
Con sus imponentes ramas, sigue ofreciendo sombra y abrigo a generaciones que lo han visto crecer y que, año tras año, celebran su existencia como un elemento vital en la identidad de Alcalá.