domingo, noviembre 24, 2024

Basura e indigencia: una realidad latente que no da tregua en Santa Marta

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En las horas de la noche se vuelve un foco de delincuencia.

Santa Marta llora en basuras y se derrumba en el miedo por la presencia de algunos habitantes de calles, que cometen actos reprochables y rechazables.

En diciembre la situación empaña aún más la ciudad, siendo el adorno que más resalta y no deja disfrutar de la magia que ofrece cada rincón, con seguridad.

Por un lado, está la basura se concentran en diferentes zonas principales de los barrios y se está volviendo en un problema frecuente y mal común.

“Uno normalmente pasa por las calles y encuentra en las esquinas una gran cantidad de desechos regados, no se sabe si es que no pasa la basura o es que la gente ignorante cree que eso es basurero”, dijo un turista.

Y, por otro lado, están los habitantes de calle que inclusive parecen ser amigos de la problemática de las basuras, ya que se vuelven un agente que agrava la situación.

La noche es la jornada favorita para salir a actuar, invaden los contenedores, y sacan los desechos del depósito, dejándolos regados en las aceras.

Además, algunos aprovechan la soledad de estos sectores para ocultarse y cometer atracos, especialmente en las zonas turísticas.

Entre ellas, el Centro Histórico, en donde se puede percibir a gran parte de la población bajo efectos de sustancias alucinogenas, transitando por parques y calles que algunos prefieren evitar para prevenir cualquier situación de riesgos.

“Como me gustaría a mí salir con mis hijas en esta temporada navideña con mis hijas a los parques, comer helado y jugar en los espacios decorados, pero es muy difícil, porque de la nada aparecen personas pidiendo dinero y con comportamientos peligrosos”, manifestó madre de familia.

Asimismo, un turista chileno añadió que, la ciudad le parece hermosa, destacando el arte que se refleja en los murales del Centro Histórico, sin embargo, es lamentable que no se pueda disfrutar de ello, por los riesgos que esto significa.

“Durante mi estadía, aprovecho para caminar en la noche, contemplando la arquitectura. En ocasiones me han seguido e incluso una vez me robaron un monedero, afortunadamente no tenía mucho dinero, porque me he limitado a llevarlo conmigo, por eso”, expresó.

La comunidad durante el año ha denunciado estos problemas reiteradamente, pero parece que, a pesar de gritarse a los cuatro vientos, se transmite a oídos sordos.

A pocos días del 2024, muchos habitantes se preguntan si esta situación seguirá, o definitivamente es un ambiente con el que le tocará vivir al samario.

Lo cierto es que por el momento es una realidad latente, que no da tregua y por ahora no parece dar señales de cambio y prende las alarmas en una ciudad catalogada como ‘destino sostenible’.

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